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Al comienzo de la relación que Yukhei tenía con ellos había una sola pregunta que causaba intriga en el omega casi todos los días, ¿era normal tener seis novios a la vez?

A veces llegaba a sentirse culpable con el hecho de tener varios compañeros a la vez, ¿no era eso infidelidad? Solamente había tenido dos parejas a lo largo de su vida y muy apenas logró tratar con esas personas, ¿cómo se supone que iba a moderar la situación si ahora eran seis?

Siempre que tenía una cita con alguno de sus compañeros llegaba a sentir ligera angustia en su pecho porque, ¿realmente estaba haciendo lo correcto? ¿Era esto lo que quería?

Habían noches en las que simplemente no podía conciliar el sueño porque su cabeza se llenaba con pequeñas tormentas llenas de dudas.

"¿Podré superar esto?", "¿Mamá estaría orgullosa de mí?", "¿Cómo lograré darle el tiempo que cada uno merece?"

Preguntas de ese tipo rondaban su cabeza noche tras noche y lo único que lograba era que la presión en su pecho aumentara en temor, confusión e inseguridad.

Las parejas destinadas solamente existían en los cuentos de hadas que su abuela solía leerle cuando era un niño. Y eso creaba una inseguridad más en su ser.

¿Y si alguno de sus compañeros encontraba a alguien que pudiera llenarle el vacío que él dejaba? ¿Qué iba a pasar si alguno de ellos decidía ponerle fin a todo aquello por el simple hecho de que Yukhei no le daba la atención o el cariño necesario? Simplemente le aterraba el hecho de que un día todos se cansaran poco a poco de él por no ser suficiente.

Una noche de esas, no pudo evitar que las lágrimas rodaran por sus mejillas y pequeños sollozos salieran de entre sus abultados labios sin antes pedir permiso. No quería llorar, no quería ser una carga para ellos.

Quería ser un omega adecuado para ellos, quería ser el omega perfecto para sus compañeros. Pero sabía que no sería así, ni hoy ni nunca, empezando por su apariencia para nada relacionada con su jerarquía. Era alto, tenía una figura tonificada y su piel era bronceada; tenía un rostro con facciones definidas y sus manos eran grandes. Era brusco y un poco torpe con sus acciones, por eso evitaba tener contacto frecuente con los demás por miedo a lastimarlos o hacerlos enojar al ser tan pesado con su actitud.

Pasaban de las cuatro de la mañana y lo único que hacía no era más que culparse en silencio mientras sorbía su nariz cada dos sollozos a causa del llanto que lo sacudía desde antes de la media noche. A pesar de que sabía que todos debían estar dormidos debido a la hora que era, intentaba ahogar contra su almohada cualquier chillido que quisiera escaparse sin permiso alguno, así no corría riesgo de que alguno de sus compañeros lo escuchara e incluso lo viera llorar.

Al menos esa estrategia le había funcionado cerca de dos semanas.

—¿Xuxi? ¿Puedo pasar?

Sorbió su nariz por última vez antes de procesar la pregunta. Llorar lo dejaba tan agotado y vulnerable que incluso sus sentidos se veían afectados, más aún si era de madrugada.

—Estoy durmiendo —respondió con un tono de voz ligeramente ahogado ante el llanto.

Kun solamente rió, de manera ligera, ante la ternura que le causaba su menor.

—No, no lo estás bebé, y ambos lo sabemos.

Días anteriores, aunque lloraba durante las madrugadas, había logrado conciliar el sueño durante las mismas, cosa que le permitía descansar aunque fuera por ciertas horas. Pero estos últimos tres días no había dormido más de seis horas en total y su mente se distraía con facilidad ante el cansancio que traía consigo mismo desde hace días. Las ojeras adornaban sus curiosos ojos de cachorro y el brillo que normalmente tenía ahora estaba completamente apagado ante los sentimientos difíciles de expresar que llevaba con él en el día a día.

wayv's puppy ; yukhei haremDonde viven las historias. Descúbrelo ahora