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Yukhei recuerda que, siendo un niño, el nido que él mismo había realizado junto con su mamá y abuela le brindaba total paz, tranquilidad y seguridad. Y aquello se había vuelto una costumbre para sí mismo.

A pesar de que durante sus primeros años de vida, al menos antes de llegar a la adolescencia, el nido que realizaba con la ayuda de sus figuras maternas no era íntimo o personal, ahora lo era. Antes de presentarse como un omega, su nido lo hacía con la intención de estar cerca de su madre cuando ella estuviera lejos o con la necesidad de estar rodeado por el dulce aroma a cerezas de su abuela, quien vivía lejos de él y solo llegaba a visitarla una o dos veces al mes.

Creciendo se dio cuenta de que su actividad se volvía cada vez más íntima y personal, y sabía que solamente él tenía permiso de entrar a aquel a excepción de las personas en las que confiara lo suficiente como para saber que no serían posibles amenazas contra su lugar seguro.

Cuando su etapa adulta llegó, dejó de armar su nido con la ideología de que no tenía sentido hacerlo mientras no tuviera una pareja, sería una pérdida de tiempo y espacio porque lograba adaptarlos a una habitación completa.

Sin embargo, desde el inicio de su relación con sus compañeros supo que en cualquier momento le llegaría esa necesidad de armar un nido, su nido, con prendas u objetos que llevaran el aroma de sus contrarios.

¿Lo había hecho durante estos casi tres años de relación? Para nada. Incluso sus alfas y betas esperaban con emoción que ese momento llegara por sí solo, consideraban que era lo único faltante para que el omega estuviera en completa confianza y seguridad con ellos a su alrededor, sin necesidad de sentirse intimidado.

Pero a veces llegaban a ser demasiado ansiosos.

—¿Me prestas tu sudadera? —la pregunta tan repentina, aparte de haberlo asustado, lo llenó de total sorpresa.

—¿Quieres una que abrigue o una más ligera? La de ayer es más ligera que las que tú usas pero si quieres puedo ponerme una ahora y dártela más tarde. ¿Es muy necesaria?

Yukhei solo lo veía hablar de, según su punto de vista, cosas que no tenían sentido alguno.

—La que sea está bien pero que no quede tan justa.

—¿Quieres esta? —ni siquiera esperó respuesta por parte del omega cuando ya se estaba quitando la prenda para entregársela al mayor.

Iugh, Yangyang, dame una nueva, no seas egoísta.

Entonces Yangyang frunció su ceño, claramente confundido. ¿No era necesario que la prenda tuviera su aroma en ella?

—¿Por qué no quieres esta? ¿No te gusta mi olor?

Yukhei para ese entonces ya se encontraba abrazando al menor quien había puesto una inconfundible mueca de tristeza.

—Hueles lindo, como a bebé, aparte de que tu aroma es el más delicado de aquí —respondió a su pregunta, manteniéndolo en brazos—. ¿Por qué no me iba a gustar tu olor?

—No lo sé, tal vez porque no quieres agregar mi ropa a tu nido...

Y Yukhei rió, comprendiendo todo el contexto de la situación.

—No es para hacer mi nido, ¿de dónde sacaste esa idea?

—Creí que se trataba de eso porque tu celo está cerca.

—Sí, pero está cerca de los dos meses, aún no es tiempo para pensar en eso. Cuando ese momento llegue, me encargaré de dejarte sin ropa para agregarla al nido, ahora solamente necesito una de tus sudaderas para salir.

wayv's puppy ; yukhei haremDonde viven las historias. Descúbrelo ahora