Capítulo 4: Noelia

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En el transcurso de la noche, la señorita estuvo constantemente levantándose para asegurarse de que el chico de nombre Noel siguiera ahí, él también había notado que estaba pegada a la puerta, así que decidió levantarse para hablar con ella.

-Señorita, si no puede estar tranquila puede arrimar un asilla y sentarse aquí, su andar cada media hora me pone nervioso y preocupado-

-¿Cómo se atreve a decirme que hacer en mi casa?-

-Una disculpa señorita, creame que no es mi intención ofenderla-

-Pues entonces... no debió venir aquí en primer lugar-

-Ya le dije lo que me ha ocurrido, yo sé que es difícil de entender pero le ase...-

-¡Cállese! Si fuera realmente quien dice que es, habría utilizado su magia para irse de aquí en cuanto se volvió humano-

-Señorita, mi situación actual me impide, puesto que sería peligroso que yo intentara regresar con magia sabiendo que... en cualquier momento podría volver a ser un muñeco... no sé qué me pasaría si...-

-Lo entiendo, está bien, pero...

-Señorita deje de poner un pero siempre, por favor, usted debería ser quien más crea mi historia-

¿Porque tendría que hacerlo?-

-Porque desde que llegue aquí nadie ha mencionado tu nombre, conozco a tu hermano Abel, él fue quien insistió en traerme a su casa, quien me encontró fue tu abuela y...-

-Bien, de acuerdo, si me va a decir lo de verme llorar, no es necesario, ya estuve pensando en ello, y tiene razón, pero me cuesta creerle, también debería comprender mi situación- Noel y la joven se quedaron en silencio unos minutos que parecieron eternos.

-¿De verdad eres hijo de...?-

-Sí, lo soy, ten por seguro que eso es verdad-

-Entonces... ¿puedo confiar en ti?-

-Desde luego- Ambos suspiraron y la chica se alejó de la puerta lentamente.

-Un gusto Noel, mi nombre es Noelia- Pero el joven no tuvo tiempo de contestarle, pues un nuevo destello de luz apareció de su pecho transformándolo de nuevo en un muñeco de nieve. Noelia entro a la habitación para encontrar al muñeco de nieve, y grito nuevamente a sus abuelos para que vieran lo que había sucedido.

A la mañana siguiente Noelia hizo todo lo posible para convencer a Abel de que no dijera nada en la escuela, sin embargo esto no funciono y todos los niños escucharon su historia, algunos les contaron a sus padres, pero como suele pasar decían que su imaginación se había desbordado pero los niños creían firmemente que la historia de Abel era verdad, al fin de cuentas, niños. Así que Abel le había pedido a Noelia que pusiera al muñeco de nieve en una casa para aves que había encontrado, pero ella dijo que no.

-Por favor joven Claus, no se transforme en humano estando aquí- Dijo Abel al muñeco de nieve poniéndolo a hurtadillas de su hermana, tomo la casita para aves y se fue a la escuela, para cuando Noelia noto lo que había hecho Abel era demasiado tarde, pero ella no podía ir hasta el pueblo, pues sus abuelos necesitaban su ayuda en casa.

-Te dije que no podías llevarlo- Comenzó a decirle cuando regreso.

-No le ha pasado nada, lo cuide muy bien- Dijo el pequeño Abel con sus ojos comenzando a llenarse de lágrimas.

-¡No te atrevas a volver a desobedecerme!-

-¡T e odio hermana!-

Aquella noche el joven Claus volvió a ser humano, desde su llegada le había puesto cerca de la ventana para que si se transformaba en humano solo la tocara para que pudieran abrirle.

-Fuiste muy dura con Abel, el me cuido baste bien, es un niño muy responsable-

-No lo defiendas, el hizo algo mal y debe aprender a obedecerme-

-Por favor Noelia, solo es un niño...-

-¿Qué hubiera pasado si te sucedía algo? Yo no podría con la culpa, entiéndelo por favor, tengo miedo de que en cualquier momento te rompas, o no sé... Me siento tan incompetente al no poder hacer nada por ti, solo puedo... mantenerte en una pieza- Noelia comenzó a derramar lágrimas de nuevo, pero Noel sabía que no eran solo por él. Pudo observar todo el trabajo que ella cargaba en sus hombros, con sus abuelos, su hermano y que incluso no podía tener un instante para ella, ahora él se había convertido en otra preocupación para ella, Noel se sintió tan mal por ser una carga para alguien tan buena como ella, y entonces entendió lo que esa criatura le había dicho.

Él estaba sintiendo la fragilidad de la esperanza y la vida en su cuerpo, porque el sufría porque ella sufría, y sabía que en cualquier momento podía ser su último aliento, que podía suceder algo y ese sería su fin, ella daba todo de sí para mantenerlo a salvo a pesar de su agitada vida, y sin embargo ella jamás se había quejado de tener que cuidar de su yo muñeco de nieve. Así era la vida de los humanos, ellos daban todo porque sabían que cualquier día podía ser el último, Noel no vivía con esas preocupaciones, él sabía que si bien no era inmortal, su vida sería mucho más larga que la de ella. Por primera vez en su vida, Noel tenía miedo de morir, y de no poder hacer nada para ayudar a la persona... a su persona especial.

-Noelia, por favor mirame- le dijo limpiando sus lágrimas y tomando su cara entre sus manos- desde que estoy aquí, he experimentado muchas cosas por primera vez en mi vida, pero lo más importante es que he comprendido que mi vida nunca será suficiente para alcanzar la bondad que tienes en tu corazón, Noelia, gracias- Los dos se quedaron viendo unos instantes, ambos comprendían que habían formado un lazo especial, que no había surgido de la nada, estaba originada a partir de la bondad y esperanza que había en sus corazones–te prometoque hare lo posible por curarme de esta maldición, y cuando lo haga, dedicaremi vida a ayudarte.

-Noel-dijo de repente Noelia – Creo que tengo una idea sobre cómo puedes volver a tuhogar- 

Un muñeco de nieve llamado NoelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora