No hay vuelta atras

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A la mañana siguiente Jane se sentía mal, cansada por no haber dormido en toda la noche y en su interior se encontraba un revuelto. Sus emociones y su razón peleaban una batalla campal para tomar el control de su cuerpo, al parecer las emociones ganaron.

Tomo un baño, no podía dejar de pensar en que estaba mal utilizar a Jerry solo para acercarse a Elizabeth.

-¿Qué estoy haciendo, no me reconozco?- Jane se reprochaba mientras caminaba hacia la escuela, en ningún momento de su vida llego a pensar en el amor como una calamidad tan grande. Algo tan perverso.

Jane llegó muy temprano a la escuela, quizá se debía al hecho de que por la falta de sueño decidió arreglarse demasiado temprano. Entró al edificio, las personas se podían contar con los dedos de las manos. El aire tenía un olor neutral, aunque respirar se le hacía difícil.

Ya en el salón Jane enseguida se sentó en su puesto, en la mesa que compartía con Jerry. Sin nada por hacer trato de leer un libro, pero las consecuencias de  desverlarse empezaron a presentarse. Con cada línea que leía se sentía más somnolienta, Jane sentía que los párrafos eran las estrofas de una hermosa canción de cuna.

"-Deténganse-  Jane pudo apreciar nuevamente a su yo del sueño junto a Elizabeth. Nuevamente la silueta corría en dirección a ellas. Este sueño era casi idéntico al anterior.

La silueta avanzaba con pasos agigantados, su rostro estaba a punto de entrar al rango de visión de Jane".

-Jane, ¿te encuentras bien?- Era Jerry. -esto, hola Jerry- por su cara corrían babas, él sin pensarlo las tomo con su dedo y las probó. -Tus babas saben delicioso- comentó Jerry mientras reía, esto le pareció muy extraño a Jane, sin embargo esto no evito que le sacara una sonrisa.

-Oye, anoche pensé en tu propuesta- Jane se encontraba desasosegada, no obstante se recostó sobre Jerry. -En serio, ¿que decidiste?, -a decir verdad lo pensé mucho tiempo, das la impresión de no ser tan cretino como los otros. Así que, ¿a qué hora pasás por mí?-.

Ese sábado en la noche Jerry fue en el automovil de su padre a recoger a Jane. Cuando salió de su casa, Jerry no pudo hacer otra cosa más que quedar boquiabierto, sus ojos azules casi fuera de sus cuencas le decían a Jane que él estaba muy impresionado. Esto no era nada extraño, Jane brillaba despampanante como nunca.

-Relajate chico, no soy nada del otro mundo- Jerry arranco y tomaron rumbo al autocine para su primera cita.

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