Mente agitada

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Jane se despertó, estaba bañada en sudor. Por alguna razón, su mano derecha estaba acariciando su pecho, -¿qué clase de sueño fue ese?- replicó para sus adentros mientras se levantaba de su cama rápidamente y se dirigía al baño, al ver su cara en el espejo; pudo notar que estaba muy sonrojada. Los matices de su cara, le recordaban al rojo de las fresas.

Ya en la ducha, solo podía pensar en aquel sueño, qué le habrá querido decir su subconsciente, ¿acaso era algún tipo de señal? Jane se sentía mas confundida que nunca, pero esta vez no tenía a nadie para contárselo.

Era sábado, por lo que no era día de escuela, así que simplemente se dedico a escuchar música y relajarse, aunque lo que le dijo Liza le retumbaba en la mente, "-oh, que casualidad, parece que seremos compañeras-".

Cada vez que recordaba a Elizabeth, sentía una extraña sensación en sus entrañas, como si un animal salvaje las estuviera desgarrando. Jane recordó lo que le había dicho Stephanie aquella vez, cuando se enamoro de ese chico: "-Esto se siente como si un huracán destrozara tu interior-". A decir verdad, Jane lo sentía exactamente igual pero, ¿Podría ser que se hubiera enamorado de Elizabeth? No, no y ¡NO! Jane tenía muy claro que en un mundo donde la mayoría de personas buscaba su media naranja, ella ni siquiera era una fruta.

Lo que quedaba del fin de semana, lo uso para escribir en su cuaderno y reflexionar. Constantemente se preguntaba que era lo que en realidad sentía, tal vez simplemente era la necesidad de llenar el vacío que había dejado su querida amiga, -sí- afirmó con una sonrisa algo fingida -la verdadera razón por la que pienso en Liza es por que extraño a Stephanie y quiero encontrar una nueva amiga- aseveró Jane. Esto fue suficiente para tranquilizarse y no pensar más en el tema, al menos por ahora.

Toda mi esenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora