Prólogo.

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El primogénito de los Tweaks miraba hacia a un lado mientras se perdía en sus propios pensamientos, estaba a punto de llegar a South Park, un pequeño pueblo sin nada destacable, aunque a decir verdad, los rumores fuera de este eran mayoritariamente que aquel lugar, habitaban personas locas y sucedían eventos fuera de lo común, probablemente sea la causa por la que no tiene muchos turistas, además de que no cuenta con muchos sitios curiosos y no llamaba para nada la atención exceptuando su propia fama; y es que el rubio había investigado hasta el más mínimo detalle del lugar, cuando sus padres le dieron la noticia que se iban a mudar, en su mente comenzaron a llenarse de muchas interrogativas, ya sean si el pueblo era muy problemático, si habían asesinatos, tráfico de sustancias o personas, cualquier mínima posibilidad de amenaza, debía investigarla, pues no se fiaba de las sorpresas mucho menos de los secretos.

La razón de su mudanza lo tenía desconcertado, sus padres habían ubicado su mercado de café en ese pueblo, debían tener contactos y asociarse con el mayor número de gente para que esta pueda tener una base sólida y empezar a contratar personal. Tweek nunca entendió el afán de sus padres por extenderse, aunque el café era malo pero adictivo, contaban con muchos puntos de repartición ¿Por qué seguir y arriesgarse al fracaso?, eran exitosos, mientras más buscaban pueblos para ubicarse, más había la posibilidad de que alguno quiebre y no sea aceptado, lo único bueno de todo esto, era que él podía disfrutar de aquel café, le gustaba mucho aun sabiendo del daño que se hacía en beberlo excesivamente.

—Hemos llegado— anunciaba su padre con una sonrisa tranquila en su rostro.

Lo había olvidado, también había otra razón.

Aquello iba en contra de lo que él quería en ese momento, recordó el día en el cual sus padres llegaron a casa llamándolo casi a gritos, la gran noticia era que la hija de lo Testaburger  ya estaba dispuesta para un cortejo, él nunca la había visto, lo único que sabía de ella era que era una alfa igual que él y de las pocas veces que hablaba con ella por mensajes, era para saber de lo que era del pueblo en sí. Desde el principio no le llamaba la atención, pero sus familias ya habían acordado que ellos debían enlazarse y continuar con el linaje, después si querían podrían separarse y hacer vidas separadas, lo que importaba era la su casta siguiera pura.

Y es que sí, Tweek Tweak era un alfa puro en todo sentido, aun cuando sus acciones eran temerosas, dentro de él, guardaba a un pequeño lobo con habilidades aún no despiertas.

Dio un largo suspiro, sus manos comenzaron a temblar pensando en su futuro, lo más que temía era que, cuando llegara la hora de procrear con esa mujer, lo arruinara todo, le diera un ataque de pánico de los que ya estaba acostumbrado y huyera de la situación. ¡Eso sí sería de demasiada presión! No quería causarle problemas a esa chica, ni siquiera quería cortejarla. 

Involuntariamente, jaló varios de sus cabellos pensado en todas las posibilidades que pudieran haber. Richard paró el auto, estacionándolo frente a una casa que para nada se parecía a la que tenía en su antiguo hogar. Era curioso, porque era igual que las demás casas a simple vista, solo que con diferente color.

—Ayúdanos a colocar las cosas dentro de la casa, hijo — dijo su madre tranquilamente.

El asintió mientras que un tic hacía su aparición en su ojo izquierdo, en verdad aquellos pensamientos lo habían inquietado. Agarró lo que podía sostener y lo ubicó dentro de la vivienda, habiendo terminado todo, sintió como unas manos se posaban en su hombro, después bajaban por su espalda dándole pequeños golpes suaves, aquel acto lo hizo ponerse nervioso más de lo que ya estaba.

—Vamos Tweek, la muchacha está esperando. — Dijo sonriente Richard.

—L-La casa está hecho un desastre papá, quisiera ayudar a mamá a ubicar las cosas y limpiar ... — antes de seguir, el hombre lo paró de golpe.

Conquístame Alfa (Creek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora