¿ERES TÚ?

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Llegamos al club que como había dicho Laura no estaba muy lejos de nuestra casa, visto desde fuera a lo mejor si necesitaba desconectar un poco y pasarlo bien durante un rato. Así que con paso decidido entramos al club, iba detrás de Laura que me guiaba entre la masa de gente bailando y bebiendo todos juntos. No puedo decir que nunca había salido de fiesta y que ver a adolescentes borrachos bailando libremente se me hacía algo nuevo, ya que en Madrid con Florina y Nati también salíamos, pero el hacerlo aquí se me hacía extraño. Pero había gente de todo tipo, era un ambiente nuevo sin duda. 

Entonces sin darme cuenta habíamos llegado al lado de un grupo de gente y Laura comenzó a hablar tranquilamente. Me ofrecieron una copa, le agradecí a la chica que me la estaba ofreciendo y cogí la bebida. Sin dudarlo le di un fuerte trago y era la primera vez que notaba como ese trago me quemaba lentamente, era algo nuevo así que tomé otra copa.

 Laura seguía hablando animadamente con todo el mundo mientras que yo me había sentado en la barra y seguía tomando una copa tras otra, parecía una loca borracha, pero lo necesitaba. No me había dado cuenta, pero a mí se acercaron dos chicas y comenzaron a hablarme, era extraño. No me conocían, pero me hablaban de su vida tan fácilmente, sin dudarlo la bebida te ayudaba a abrirte a los demás. 

— Tía nos caes bien. ¿Cómo te llamas? —preguntó la morena de pelo largo.

 — Ana, me llamo Ana. —dije animadamente por primera vez en toda la noche.

 — ¿Vosotras? —dije riendo tontamente.

 — Yo me llamo Andrea, ella es Samira. ¿Te vienes con los demás? —decía Andrea mientras me cogí a de la mano y me arrastraba en medio de la pista. 

 También eran del grupo en el que estaba Laura hablando y bailando así que cuando me puse a su lado comencé a bailar junto a las demás, a nuestro lado había dos chicos.

 Uno más alto, castaño que al momento comenzamos a bailar y a charlar como si nos conociéramos de toda la vida.

 — ¿Ana ves a las dos chicas que están al lado de Laura? —preguntó Jesús. 

— Sí, las he conocido antes, son Andrea y Samira ¿Verdad? —pregunté. 

— Sí, pues el que está a su lado es Adrián y aún falta un amigo nuestro por llegar su nombre es Marcos. —decía Jesús mientras a señalaba al resto de gente. 

¿Marcos? Me quedé petrificada. ¿Sería el mismo Marcos de mi sueño? Todo parecía una extraña coincidencia y todo esto parecía de locos.

 — ¿Y dónde está ese tal Marcos? —pregunté con curiosidad. — Llevaba varios días de mal humor así que en teoría no iba a venir, pero ha avisado de que estaba de camino a última hora, te caerá muy bien. —comentaba Jesús sincero. 

Estaba ansiosa, cada segundo que pasaba me ponía más nerviosa. Miraba a los chicos que bailaban todos juntos felizmente y sin importarles nada. Joder, ojalá me fuera tan fácil como al resto. Pasó media hora y de repente la misma sensación que sentí en la estación de trenes, comenzaba a sentirlo en aquel preciso momento. Sentía a mi corazón latir con fuerza y sentía que mis ojos ardían de nuevo.

 Miedosa a que comenzaran los temas de mis poderes de nuevo me acercaba al baño, tenía que mirar si mis ojos volvían a ser dorados y como si lo hubiera soñado así era. Tenía los ojos dorados, un dorado intenso y cada vez sentía a Marcos más cerca. Salí del baño corriendo, chocando a la vez con algunas personas que se quejaban y soltaban algún que otro quejido. Pero en ese momento no me importaba nada, le necesitaba. Corrí hasta la entrada y justo cuando abrí la puerta un chico más alto que yo moreno y de ojos grises me miró con atentamente.

Aurea, Las Dos EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora