FÉNIX

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Todo pasó tan rápido, me sentía llena de nuevo. Su piel en contacto con la mía, sus labios cerca de los míos y nuestras miradas conectadas. Se sentía tan bien, era la primera vez que me sentía así y no quería dejar de sentir este amor, esta felicidad. La noche se hizo presente y los dos aún juntos fuimos a la terraza, dónde la luna brillaba más que nunca y se posaba en nuestras cabezas. 

— Tenemos que encontrar a la Bruja del Páramo Marcos, ella debe tener las respuestas que necesitamos y sobre todo tenemos que encontrar la razón de todo esto. —le dije mientras miraba al horizonte. 

— Sí Ana, tienes razón. ¿Pero dónde la encontráremos? —preguntó. 

— Fénix, hay un pueblo llamado Fénix en donde nació mi padre. En una carta que me dejó antes de morir me explicaba sobre las dos estrellas, sobre la leyenda y sobre dónde vivía la Bruja. —le expliqué. 

 — Pues mañana tomaremos rumbo a Fénix, pero necesitaremos ayuda. —dijo Marcos sonriendo. 

Capté su mensaje enseguida, necesitaríamos a nuestros amigos. Los cuales no sabían de nosotros hacía casi dos días y a los que tendríamos que explicarles todo lo que habíamos descubierto. No tardamos ni cinco minutos en subirnos en el coche y llegar a mi piso, en el cual seguro estaría Laura. Entramos y en efecto allí estaba mi amiga, tan enfadada como me imaginaba y con unas ojeras que dejaban en el aire las horas que se había pasado buscándome. 

— ¡Ana! —chilló Laura mientras me abrazaba. 

— ¿Dónde te habías metido? Estaba tan asustada, no sabía ni dónde buscarte— me explicaba. 

— Laura cálmate, no tenemos tiempo. Necesitamos tu ayuda, siéntate. — le rogué.

 Laura lo hizo sin entender el porqué, pero le contemos todo. Desde la carta de mi padre, la conexión, nuestras vidas pasadas y sobre Abraham. Su cara de estar procesando todo lo que le acabábamos de soltar era todo un cuento, pero reaccionó.

 — ¿Y a qué esperamos? —dijo eufórica. Marcos y yo nos miramos con una sonrisa y preparamos todo, pero para esta aventura faltaría alguien más. Cuando teníamos las maletas preparadas y puestas en el maletero fuimos en dirección a casa de Jesús, el mejor amigo de Marcos. Llegamos y el salió de la casa, al ver tanta maleta y a los tres juntos se quedó dudoso. 

— ¿Qué pasa os vais de boda? —preguntó riéndose. 

— Prepara tus cosas, te lo contamos por el camino. —Dijo Marcos riendo. 

Ayudó a Jesús a preparar las maletas no tardaron más de diez minutos, las pusieron junto a las otras y emprendimos le viaje. Marcos sin tapujos se lo soltó todo a Jesús y él cada vez se intrigaba más por la historia, parecía como si le estuvieran contando un fragmento de una comedia dramática pero no, era la realidad. 

— No jodas, entonces tenéis poderes. —dijo anonadado. Asentí, entonces estuvo reflexionando sobre lo que le habíamos contado.

 — Bueno, no me he enterado de nada, pero ya estamos aquí. ¡Así que a la aventura amigos! —chilló riendo.

 — ¡A la aventura! —gritamos todos.

 Las horas en aquel coche se hacían eternas, pero los chistes de Laura y las caras de no entender nada de Jesús hacían más livianas aquellas doce horas que nos esperaban por delante. Para llegar a Fénix teníamos que pasar por todo el país y llegar al otro extremo, Laura se pasó gran parte del camino durmiendo.

 Tanto Marcos como Jesús se turnaban para conducir y así poder descansar un rato y yo seguía absorta en una novela que había comenzado al comienzo de este viaje. Paramos en un hotel y decidimos pasar una noche para poder descansar y al día siguiente retomar el camino. Al momento de tener que decidir cómo nos íbamos a repartir las habitaciones parecía sencillo, yo iba a dormir junto a Laura y Marcos con Jesús. 

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⏰ Última actualización: Dec 05, 2020 ⏰

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Aurea, Las Dos EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora