Pets

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¡Buenas noches, tardes o días! Mis padres han hecho asado, comprado pizza y ahora van a hornear galletas. Creo que no debería pesarme hasta pasadas las Navidades 😭 

Les traigo este segundo capítulo titulado Pets. Segundo prompt de Blissember. 

Solo un pequeño detalle. Dentro de la lectura veréis este signo: *. No, no es un error. Dejaré un comentario explicativo para que comprendáis la broma que hace el personaje. A su vez también tendréis la misma explicación disponible al final de la lectura.

No les entretengo más. Me retiro a comer galletas esperando vuestros comentarios 🍪

Cuatro pequeñas bolas de pelo juguetean entre las piernas de Tetsurō

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Cuatro pequeñas bolas de pelo juguetean entre las piernas de Tetsurō. Él —sentado en el tatami— levanta una a una las crías de Teemo. Inspecciona sus patas, su pelaje, sus ojos y hasta lo arrullables que pueden ser. Como un niño el día de navidad, Tetsurō juega con los pequeños felinos sin perder de vista su objetivo; llevarse uno a casa.

Dos hermanos gatunos pelean y caen al tatami enredados en patas y colmillos. La mirada centellea y extiende sus manos para acunarlos en su pecho.

—¡Son tan lindos! —gimotea de alegría—. Los quiero todos.

Kei entorna sus ojos dorados y tensa su mandíbula—Olvídalo —responde en un tono que no se presta a confusión. Tajante y agresivo. El mismo que usa cuando compra una horterada para él o lo lleva al karaoke—. Los gatos o yo.

Kenma sabe que esta no es más que la trigésima riña que recibiría su amigo de la infancia. El mismo que tanto le gusta provocar hasta llegar al límite. El mismo que insistía e insistía en hacerle comer verduras. Y odia admitir que por su culpa se había aficionado a las zanahorias especiadas con curry. Ese mismo que sus seguidores de YouTube lo conocían tan bien como a su gata Teemo.

No fue una sorpresa la primera vez que hoyó de sus labios que le gustaba Kei. Puede que Kenma no fuera un experto de las relaciones sociales, pero si conocía a Tetsurō. Volverse un completo pelmazo preguntándole cada dos por tres si le había conseguido el número del chico del Karasuno no era precisamente lo habitual. Ni lo era las horas que dedicaba a mirar la pantalla solo para recibir un mensaje escueto enviado desde Miyagi. O lo idiota que podía ser en sus primeros intentos de conquistar a Kei. Y ahí estaban —varios años más tarde— eligiendo una de las crías de su preciada Teemo.

Una duda que cortocircuitaba su imagen de la familia Kuroo era la ausencia de mascotas. Desde que vio las maletas negras arrimadas en la entrada hasta el día en que se mudaron a la capital, el señor Kuroo fue un hombre apasionado de los animales, pero sin uno propio. Y de tal palo, tal astilla. Tetsurō nunca se molestó en buscar compañía para su piso.

Si quería la agradable sensación de un animal buscando mimos, acudía táper en mano a su casa, llenaba su nevera y se sentaba junto a él. Casa, dinero, responsabilidad. Tenía todo lo necesario para hacerse cargo de uno de los mini-Teemo. Todo, salvo una cosa: la aprobación de Kei.

The season of BlissDonde viven las historias. Descúbrelo ahora