Las Cartas de Keith [M.A. Extra]

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Sam Walker

El llanto salía de mi como una ráfaga, como una tormenta que no parecía tener final y amenazaba con destruir toda la fortaleza que creí haber construido.

El cuaderno cayó de mis manos en cuanto leí la última palabra de él, y mi dolor subió con una fuerza inexplicable.

Mi vista estaba perdida en el suelo de la habitación, mi alma se volvía a romper lentamente, sentía como el dolor se apoderaba de cada glóbulo de mi sangre, de cada pelo y cabello de mi cuerpo y cabeza.

Me rompí en llanto nuevamente, odiaba esto, odiaba saber que él no iba a aparecerse por la puerta, y que nunca iba a poder verlo ni siquiera de lejos.

Pelusa lo notó y vino corriendo desde mi escritorio hasta mi, dando pequeñas vueltas en mis piernas.

—Lo siento, pequeño —le dije.

Era horrible el sentimiento, por mi culpa, Pelusa se había quedado sin la persona que más amó.

Lo acaricié un largo rato, miraba el cuaderno de vez en cuando y no evitaba lagrimear, a final de cuentas, perder a Keith ya comenzaba a ser algo que estaba aceptando.

Me dolía como nada en el mundo, me odiaba y quería regresar el tiempo para nunca haber desconfiado de él.

Pero, no iba a suceder eso. Y lo único que quedaba de Keith era ese cuaderno y Pelusa.

Apagué las luces del dormitorio y dejé al hámster en su hábitat, él se veía muy cansado últimamente, pero ahí estaba, intentando un poco más.

A veces me preguntaba si Keith hubiera esperado un poco más ese día, si esas horas hubieran hecho la diferencia.

Con tan solo un día más en el que lo hubiera intentado, ahora estaríamos aquí abrazándonos.

Lo peor era que no podía culpar a ese chico de haberlo hecho, él sufría y yo solo me había encargado de empeorar todo.

Lo único bueno, era que Keith Walker, mi niño de nieve, ya podría descansar y empezar de nuevo en otro mundo.