Desperté. De nuevo mi cuarto se encontraba desordenado, lo contrario a como lo habia dejado antes de irme a dormir. Pero en fin, ya estoy acostumbrada a esto, pues ha sucedido ya mas de 20 veces. Al principio, me asuste pero mi padre me dijo que tal vez se trate de alguna clase de energia. Me levante de mi cama y me dirigi a mi armario, ignorando el desorden, pues Anabeth lo ordenaria despues. Saque del closet un pantalon de mezclilla, una blusa corta floreada y un ligero sueter azul. Cuando terminé de cambiarme me dedique a cepillar mi rojo y rizado cabello, y lo peiné en una trenza de lado. Tome mi bolsa y me dirigi a desayunar.
-Buenos días princesa-me saludo mi padre, un hombre alto y de rizado cabello rojo- ¿de nuevo el desorden? -Si, tu sabes bien que ocurre diario-le conteste un poco irritada. Me senté a la mesa para disfrutar mi desayuno y despues ir al trabajo, una hermosa cafetería vintage en la que yo era la cajera. -Claro, pero pensé que hoy podria ser diferente- respondió él a la defensiva- En fin, termina tu desayuno, pues se te va a hacer tarde. -Como digas-conteste.
Terminé mi desayuno y recogi mis cosas para poder irme. -Cuidate princesa, te espero a comer- se despidio mi padre agitando su mano- No olvides que te amo. Subí a mi carro y me encamine al trabajo.