Capítulo 3

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Se había pasado la noche pensando en los dos problemas que le habían surgido y no había llegado a una conclusión clara con ninguno de los dos.

Natsu suspiró cansado y eso que era primera hora de la mañana. En el gremio apenas había una veintena de personas y en ellas se contaban a Happy y a él. Su compañero comía sin descanso un pescado, a pesar de no quitarle ojo.

—¿No tienes hambre? —le preguntó sorprendido. El que Natsu rechazara la comida era algo insólito para él—. ¿Es por la discusión con Lucy?

Natsu se limitó a emitir un gruñido por respuesta.

Nada más llegar a casa la tarde anterior, le había contado a Happy que habían discutido, aunque no la raíz del problema. Y no se lo había explicado porque ni siquiera él lo tenía muy claro. Para él, la reacción de Lucy por leer su diario había sido exagerada, pero como no tenía uno, podría ser simplemente que no comprendía el supuesto ultraje cometido.

Incluso había considerado como alternativa empezar a escribir uno para después dejárselo y que pudiera leerlo. Era lo único que se le ocurría para conseguir que le perdonara.

Sin embargo, esa idea era una estupidez porque ni a él se le daba bien escribir ni sabría qué demonios poner. Así que sólo le quedaba esperar a hablar con ella y que le dijera qué tenía que hacer para que le perdonara.

Pero lo más sorprendente de todo era que ése fuese el problema más grave cuando le veía la solución más fácil. El otro era el verdaderamente problemático.

No tenía ni idea de por dónde abordarlo. Ni se le había cruzado por la cabeza que Lucy tuviera esas fantasías con él cuando era tan reticente a ese tipo de contacto. De hecho, por eso había relegado el dar ese paso a ella. Él de por sí estaba muy perdido en ese terreno; así que, si ella quería avanzar, se lo tendría que haber dicho. Su conocimiento sobre el sexo era muy limitado, y no era un secreto para nadie. De modo que, si estaba esperando a que él iniciara ese nivel por iniciativa propia, se podrían haber hecho viejos.

Pero reconocía que quizás había sido algo descuidado al relegar la decisión en ella sin tener en cuenta todos los factores. No se le había ocurrido pensar en ningún momento que, si se atenían al hecho de que el sentido de la vergüenza de Lucy era muy acentuado, podrían hallarse en un punto muerto: porque ni ella se atrevía a decírselo, ni él daba otro paso por ignorancia.

—Mmm... —farfulló cuando reflexionó sobre eso.

Aquello era demasiado complicado para él; quizás debería preguntar a alguien con más experiencia en estos temas. De modo que miró a su alrededor en busca de alguien adecuado y encontró en la barra a Levy: su fuente de información favorita. No sólo era una mujer —lo cual le daba el punto de vista femenino que desconocía—, sino que era la mejor amiga de Lucy. Así que siempre acababa por preguntarle a ella sus dudas cuando coincidían en el gremio.

—Happy, quédate aquí...

Se levantó y se dirigió hacia la barra donde Levy y Mirajane charlaban. No parecía que estuvieran hablando sobre la aceptación de alguna misión, así que se metió en medio.

—Levy, ¿puedo hablar contigo en cuanto puedas? —Ella se quedó con las palabras en la boca y le miró con cierta sorpresa. Mirajane se limitó a sonreír—. Necesito que me ayudes con algo.

—¿Con qué?

—Bueno... Es que creo que Lucy quiere pasar al siguiente nivel de nuestra relación —soltó sin más.

—¿Al siguiente... nivel? —comentó con una sonrisa—. ¿Y eso cómo lo sabes? ¿Te lo ha dicho ella?

Levy sabía que Lucy jamás le diría a Natsu nada sobre niveles porque la relación que tenían ellos era la más surrealista de la que había tenido conocimiento. Y por supuesto, era la diversión por excelencia del gremio.

Lo que se da por hecho, ¿es verdad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora