Epílogo

29 5 2
                                    

Habían pasado tres meses desde que una plaga mortal asolara al setenta por ciento del planeta tierra. En esos tres meses las cosas cambiaron mucho: el mapa del mundo había tenido que redibujarse, las fronteras que hasta hacía tres meses marcaban los límites territoriales entre una nación y otra en su mayoría habían desaparecido. La Junta de gobierno mexicana había comenzado a retomar el norte del país azteca aprovechando la degradación natural de los muertos, quienes para el tercer mes eran sólo huesos y algo de piel pegada a estos moviéndose.

También ayudó el clima árido y seco de la región, por supuesto.

Los países del resto de Latinoamérica realizaron una cumbre en Buenos Aires, Argentina, en el que se estableció la colaboración entre naciones para prevenir brotes como el que súbitamente asoló la capital de Chile. Se intentó establecer contacto con Washington sin embargo esto fue inútil. Al cabo de unas semanas fue organizada una expedición al país del norte teniendo como principal objetivo los laboratorios de investigación científica que pudieran poseer información en su bases de datos sobre el origen verdadero de la enfermedad para así tratar de buscar una cura. Lentamente el mundo volvía a la normalidad.

La capital del país austral fue retomada por las fuerzas armadas de la base de Valparaíso, esto tres semanas después del brote masivo, encontrándose los militares con hostiles que ahora se desplazaban lento, y que de un simple empujón caían al suelo rompiéndose uno o más huesos al impacto. A los dos meses varios sectores de la ciudad eran funcionales de nuevo, permitiendo así que el resto de la nación no cayera en la anarquía.




Kimberly despertó bastante animada aquel día. Salió al patio de la casa que había conseguido de una forma a la mar de extraña hacía tres meses, y contempló el cerro marrón que se elevaba a la distancia. El dueño original no se había reportado, quizás le estaba yendo de maravilla en el sur, o quizás seguía temeroso y no quería bajar la guardia. Daba igual.

En unas horas tendría que abordar el autobús que pasaba por todos los limpiadores voluntarios que vivían en aquella zona. Ahora el trabajo de esa joven mexicana era caminar por las calles de la ciudad, junto con una cuadrilla de hombres y mujeres armades, para cazar a los podridos que siguieran deambulando por ahí. Llevaban siempre buen equipo de protección, dicho equipo consistía en lentes especiales, guantes de tela gruesa, y demás prendas a prueba de mordeduras que protegían las zonas del cuerpo que los zombis más preferían morder.

En cuanto a Julia, ella no había vuelto a dar clases, tal vez nunca volvería a ejercer, aunque estaba sobrellevando bien los hechos traumáticos que le tocó vivir, ella sabía que después de que no pudo salvar a todos sus alumnos, y después de haber arrebatado una vida ꟷpor miserable que esta fueraꟷ, no tendría el valor para ver a los ojos a los niños, que eran sin duda la esperanza de la humanidad para reconstruir la sociedad. Simplemente pasaba las horas escribiendo sobre lo vivido, para dejar un registro real, sin las mentiras que dirían los medios oficiales y los "vencedores" de esa guerra, de cómo fue el apocalipsis.

Ahora Kimberly estaba segura de algo, de que aquello no era el fin del mundo, sino el comienzo de uno nuevo, y aunque ella seguía sin creer en Dios, Dios quisiera que aquello fuera el comienzo de un mundo nuevo y mejor.

Respecto a la respuesta de Bianca...

Ella dijo: Sí.




Monterrey, Nuevo León. 20 de febrero del 2019 - 18 de febrero del 2021.

La muerte ha renunciadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora