Pésima tarde |Capítulo 1

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Esta sobreentendido que en el ámbito de los gustos no podemos coincidir en lo mismo de forma unánime. Es como el chocolate, las personas dan por resuelto que es general que te guste, argumento fortalecido en especial en la dulce época de la niñez y la única razón por la que rechaces esta ambrosia terrenal es debido a alguna desafortunada alergia, y recalco la palabra desafortunada; debido a esta alergia a este especifico alimento tuve algunos episodios no tan agradables, preguntándome en mi interior porque rayos no podía ser una niña normal y empacharme de esa golosina sin peligro que me empiece a picar toda la cara y parte del cuerpo, llegando a ingerir cantidades pequeñas para acostumbrar a mi cuerpo y así dejar de ser objeto de miradas nada sutiles de mi jardín de niños llenas de compasión y sus palabras llenas de críticas cuando rechazaba un chocolatito por primera vez.

Me sentía extraña y por mucho tiempo creí que era la única que no podía empalagarse con ese dulce. Fueron en las visitas al pediatra cuando descubrí que no a todos les gusta el chocolate, conocí a personas con mi mismo problema; algunas deseaban con todos sus deseos de cumpleaños que les llegara a gustar ese producto realizado con grandes cantidades de azúcar y cacao y que pudieran darle mordidas a gusto sin tener la posibilidad latente de convertirse en peces globo, pero por otro lado estaban alguno que otro que sin necesidad de alergia su paladar no aceptaba el sabor del chocolate (Y así lo demostraban los análisis que sus padres les hacían para confirmar si su hijo o hija era una especie de extraterrestre odia chocolate) mostrándome que tener un gusto diferente no significaba que seas un marciano y que las personas que pensaban eso podían irse a freír espárragos. Puedo entender eso de los gustos; mi actual mejor amiga tiene de virtud aquello, a pesar de que miro extraño cuando rechace su chocolate, recuerdo eso:

"- ¿No quieres? ¡Te prometo que no tiene almendras! ¡Ni maní! ¿O es por la naranja?"

Al final, después de una larga explicación, no se hizo lio y me ofreció masticables.

Pero a pesar de algunos comentarios no llegue al querer imponer mi voluntad con el chocolate o comprar algunos para tener el retorcido placer de aplastarlos frente a un ama-chocolate. No hice marchas en favor de una ley que los prohibiera o recitaba cada que podía una lista de contraindicaciones en desfavor del consumo de este, no arme una cadena en la que ponía de encabezado todas las desventajas del chocolate amenazando con siete años de mala suerte si no pasabas la voz. No pisotearía, quemaría en la hoguera o lanzaría al rio por mucho que no me guste... no como lo está haciendo esta persona prehistórica, e incluso estos serían considerados más inteligentes que él.

Humano sin gota de raciocinio o consideración, se nota a lenguas que el día de repartición de sentido común su despertador no sonó. Lamentable

Y claro que me indigna lo que hizo en frente de mis narices, a pesar de que aún no es consciente de que estoy aquí, a mí sí que lo hace. Trato de contener mi rabia presionando muy fuerte los puños y tratando de aniquilarlo con la mirada, es una pena que no funcione.

Estoy ligeramente obsesionada con la lectura y defensora de los libros.

Y sí, me autoproclame defensora de la lectura, comprometida con mi sagrada labor; dispuesta a usar la fuerza bruta con tal de protegerlos, si la situación no pinta nada bien, a pesar de tener una inutilidad estratosférica en lo que deporte respecta.

Recapitulare mi día desde un inicio.

Era una maravillosa mañana gracias a que no me tocaba ni educación física ni matemática, porque vamos ¡Es matemática!, no olvide nada de mi mochila como hago diariamente y era justo el día que espere con ansias después de esperar casi una semana. Con mi bolsillo rebosante de masticables (mi otra razón para tener buen humor) me dirigí como estrella fugaz a recoger cierta cosa del patio... y allí lo vi. ¿Una hermosa mariposa? No eso no era.

Maltratado, golpeado, herido y pisoteado. Mi corazón no lo resistía, los puños no eran suficientes. Sin pensarlo corrí empujando al agresor.

Era un libro herido.

Observe los daños infringidos, y si no estaba horrorizada ya me hubiera desencajado. Con mis manos temblando de rabia y coraje, verifique que colocaba de título, con mis hombros destensándose un poco, un poco. Era uno de esos resúmenes que despedazan la obra original arrebatándole capítulos con la delicadeza de un ogro dándote una mitad de las emociones que te provoca el original, pero... Anónimo no merecías que pisotearan la versión corta de las mil y una noches.

Me incirporo con la molestia inundando cada recóndito sitio de mi cuerpo con ímpetu feroz, y mi diablito y angelito de consciencia se ponen de acuerdo en pronunciar una palabra: Golpealo. Doy un paso atrás y con la mano izquierda sujetando al herido doy un puñetazo derecho apuntando a la nariz del sujeto.

Dije apuntando, cabe recalcar, porque mi puntería brilla por su ausencia al darle en el hombro.

- ¡ay! – me quejo al sentir una punzada de dolor y me acaricio los nudillos de la mano dañada con la otra esperando que el dolor disminuya - ¡Lo siento! – chillo angustiada.

Espero que no le haya dolido demasiado.

- Ni que me hubieras dado tan fuerte, aun asi disculpada

¡¿Y este que se cree?!

Levanto la mirada encntrandome con la suya observándome con ¿Compasion? ¿Arrepentimiento? Espero que por el bien de la humanidad sea aquello. Creo que cree que la disculpa era para el ¡Tonto!

- No a ti inculto salvaje – escupo mordaz, señalo el libro que solté por mi dolor – le hablaba al pobrecito – completo con enojo limpiando la cubierta empolvada. Reprimo un sollozo al ver las imágenes grafiteadas sin piedad desfigurando a los personajes. No llores Ivy, piensa lo gratificante que será eliminarlo.

¿Con que clase de persona estoy tratando?

- Loca – masculla por lo bajo logrando enfadarme aún más. Entendible que un tercero me lo diga, no él.

- Al menos yo no soy un... memo- espeto con dureza procurando evitar soltar una grosería, ¿En serio Ivy? De los miles de sustantivos de tonto tenías que soltar uno que probablemente no entienda con el mini cerebro que tiene.

Tranquila Ivy, si cometes asesinato acabaras en la cárcel por no sé cuántos años, y acabare en la cárcel por quien sabe cuántos años. Y allí no te dejaran leer.

Le prestó atención a sus facciones para apartar deseos homicidas. Lo vi antes, en algún lugar, hace mucho tiempo quizá. Su rostro es agradable, despertaría simpatía en cualquier ser humano que no hubiera contemplado la monstruosidad que llevo a cabo; su altura supera la mía por mucho, eso explica lo de mi golpe fallido. Frunce el ceño y parece que me reconoce ¿De dónde nos conocemos?

Si fuera una jovencita de corazón puro, lo suficiente como para atraer unicornios, lo perdonaría o estaría cerca de hacerlo, pero no soy así.

Menudo troglodita.

Prepárate, quienquiera que seas que pertenece al equipo de futbol (a juzgar por su vestimenta), seré tu peor pesadilla por semejante atentado, terrorista de pacotilla. Te eliminare en cuanto me dejen de doler los nudillos

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Elizabeth:

¡Primer Capítulo!

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Hasta la próxima!!!!!

Historical History se despide

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