Tritón [MarkHyuck] (ADAPTACIÓN)

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Donghyuck había regresado a su palacio burlando a toda costa a la guardia del reino, se sentó en su cama hecha por corales y plantas acuáticas. Abrazó su cola y entre tantas lágrimas que el mar se llevó comenzó a plantearse lo que haría, no permitiría que el humano sufriera, ahora lo visitaría por las noches, fue notificado por un sirviente suyo para que se reuniera con su familia en el comedor. Donghyuck dejó escapar un: «En un momento». Limpió sus lágrimas y se vio en el espejo, sus ojos no mostraban rastro de que hubiera llorado.

Donghyuck nadó elegantemente hasta el gran comedor, tomó lugar al lado de Chittaphon quedando frente a Jaemin. Jisung y Taeyong hablaban de algunas cosas sobre la futura boda del tritón con el doncel Chenle mientras que los otros tres se dedicaban hablar de su día, Chittaphon estaba orgulloso de cada uno de sus hijos, cada uno tenía una belleza inimaginable y un don impresionante, estaba realmente agradecido con la familia que le había tocado.

— Donghyuck te noto muy callado — Chittaphon conocía a cada uno de sus hijos y sabía lo que sentía cada uno.

—Estoy bien padre — sonrió.

—Tal vez esté enamorado — Jisung susurró mirando de reojo a su hermano mayor.

Donghyuck no supo cómo reaccionar ante las repentinas palabras de su hermano menor, todo el mundo lo observó, Taeyong arqueó una ceja.

—Espero que sea un buen tritón.

—Claro que no estoy enamorado papá — Donghyuck inmediatamente comenzó a negar.

Ante aquella respuesta los reyes del mar se miraron, su hijo estaba presentando los síntomas de enamoramiento, su aleta se mostraba inquieta la mayoría del tiempo, lo que sucedía normalmente cuando una sirena o tritón estaban enamorados aunque también se debían a otras cosas. Tal vez, un tema que le inquietaba bastante y no sabía cómo hablarlo.

—Entonces… ¿qué te aflige? — Taeyong se mostró preocupado.

—Nada, estoy bien.

Mintió, ellos no deberían saber del humano y mucho menos de que había sido visto si su padre se enteraba probablemente mataría al humano. El desayuno terminó así que tendría que acompañar a su hermano menor y a su futuro cuñado a buscar las mejores joyas y perlas en el océano, los tres salieron sin acompañamiento de un guardia. Los tres hermosos tritones nadaban cerca de lo más profundo del mar donde el agua resultaba ser casi negra y la visibilidad era poca, muchos barcos hundidos eran un gran misterio, se encontraron con el tesoro de Yamashita, grandes toneladas de oro resplandecían ante los ojos de los bellos tritones, también se hallaban otro tipo de tesoros, coronas y algunas otras cosas hechas de oro.

—Es lindo — Jaemin se puso una corona con grandes piedras preciosas como lo era la esmeralda, el rubí y el zafiro entre otras.

Donghyuck sonrió ante la felicidad de su hermano y cuñado, Donghyuck también se probó pulseras, anillos y otras joyas que resaltaban su posición en el reino.

—¿Cómo me veo? — pregunto Chenle, un tritón proveniente de las costas de China.

Chenle no tenía sangre real pero Jisung lo amaba y eso bastó para que los reyes del mar accedieran al matrimonio, justo después de casarse obtendría un don regalado por Taeyong.

—¡Fantástico! — Jaemin colocó un par de joyas en el cuerpo ajeno.

Los tritones de gran importancia como lo eran los hijos del rey podrían ir a arrecifes cercanos para poder llenarse de tesoros. Los demás tenían prohibido acercarse a los tesoros que ahí se perdían, Donghyuck miró todo el oro que había ahí, tal vez el humano necesitaba de dinero como lo sufría su examigo, aquel que lo mostró al mundo con tal de tener algo de dinero.

—¿Qué opinas Donghyuck? — Chenle se dirigió a él colocándose una corona que ahí había encontrado.

—A mi hermano le encantará —fue sincero.

Chenle se sonrojó de sólo pensar en cómo lo miraría su futuro esposo. Antes de que el mundo de la superficie oscureciera ellos se aventuraron a irse al castillo, en todo lo que Donghyuck pensaba era en el humano. Por la noche, salió mientras su hermano menor y su cuñado mantenían ocupados a sus padres, Donghyuck escapó de nuevo a la isla donde estaba Mark, supuso que eran alrededor de las diez de la noche cuando le iría a dejar algo de comida…

Donghyuck acudía todas las noches para cuidar de Mark, darle compañía y llevarle comida, incluso robaba cosas de las islas cercanas. Sin embargo, eso no pasaba desapercibido por Mark él deseaba saber quién o qué era eso lo que lo ayudaba.

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Una noche mientras Mark dormía, escuchó un grito de una voz masculina, inmediatamente salió con un arma en la mano, pero lo que encontró fue al hermoso ser colgando de un árbol, había caído en una trampa de cazador que Mark había instalado para atrapar algún animal que el pudiera comer, afortunadamente, en la isla no había depredadores. Mark vio a un hermoso tritón colgando de su cola con los ojos cerrados, al parecer se había golpeado con una roca.

Mark bajó lentamente al tritón.

Donghyuck abrió los ojos encontrándose recostado en una cama hecha de hojas de palmera, una manta lo cubría y su cabeza estaba vendada con alguna tela, Donghyuck se asustó cuando el hombre estaba frente a él con una mirada profunda, parecía que lo analizaba.

—Por favor no me haga daño — Donghyuck se corrió a una esquina de aquella cama.

Abrazó su cola. La cola de Donghyuck era preciosa de un color celeste pasando a no ser tan claro, brillaba como si tuviera algún tipo de brillantina, su aleta contenía hermosas perlas incrustadas pero lo que más le llamó la atención fue esa piel canela, esos hermosos ojos de color almendra, sus cejas eran de color negro, su boca era pequeña y tenía unos labios demasiado besables y de un color rosa pálido, el tritón era hermoso.

—No te haré daño — Mark sonrió mostrándole que podía confiar en él.

¿Confiaría de nuevo en un humano?

—¿No me venderás? — Donghyuck se mordió el labio inferior.

Mark estaba hipnotizado con esa hermosa presencia. Negó rápidamente.

Donghyuck por la tarde, nadó con demasiada rapidez hasta una casa que el conocía.

—¡Taeil, Taeil ! —entró a la casa del mencionado y una vez estando frente a él lo abrazó para dar vueltas.

Burbujas se crearon.

—¿Qué sucede, alteza? —el chico acomodaba una gran perla en su mesa con un mantel morado oscuro.

—Ya te he dicho que no me gusta que me digas alteza, somos amigos — Donghyuck regañó —. Necesito que me hagas un favor.

—¿Cuál favor? —preguntó Taeil.

—Has que tenga piernas.