𝙄𝙄. 𝘿𝙚𝙨𝙜𝙧𝙖𝙘𝙞𝙖𝙙𝙖𝙢𝙚𝙣𝙩𝙚, 𝙮𝙖 𝙚𝙨 𝙝𝙤𝙧𝙖

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ʳᵇʳᵗˢ.━━

Una hora antes que su padre se levantara, salió a hurtadillas de su habitación en dirección al ático. A esta hora ni los de limpieza estarían entre los pasillos.

Con cuidado de no ser ruidoso, recorrió descalzo las interminables escaleras hasta llegar a la puerta que llevaba al último cuarto.

Sabía que había sido cínico reclamarle a su padre cuando lo inculpó de sus intenciones con los artefactos de colección, pero ya habría tiempo de disculpas si no llegaba a encontrar nada.

Una vez dentro del descuidado lugar, quitó la sillas y sábanas con las que había ocultado las cajas. Se aseguró que nadie más lo hubiera seguido y empezó a rebuscar en el interior de la primera.

En su mayoría eran prendas y tocados negros claramente usados. Un peculiar aroma venía en todo y estaba segurísimo de que nunca había visto a su madre con ese tipo de encajes y volados, o con ese fuerte olor dulzón. Ella más bien mostraba seriedad al usar prendas lizas y perfumes florales discretos.

Más al fondo encontró un uniforme de Hogwarts de mujer y por su tamaño pensó que la señora Malfoy creció varios centímetros después de usarlos.

Su padre debería de estar desesperado en procesar la muerte de su mujer como para dejar esas cajas en un escondite del suelo, pero Scorpius sentía que merecía saber todo lo demás que su padre podría esconderle. Por lo que, sin ningún remordimiento, se las había llevado para darle vistazo y luego devolverlas, claro, si estas no llevaban nada para el plan que tenía en mente.

Abrió la segunda caja y sintió su orgullo crecer al comprobar que tenía razón. Esta contenía libros parecidos a los que vio en la sección prohibida de Hogwarts.

Había uno en especial de cuero verde y demasiadas anotaciones en la orilla de esta. Lo tomó y echándole una hojeada, notó era justo lo que necesitaba e incluso se atrevería decir que tendría que estar en esa sección de Hogwarts. No tenía un índice y eran al menos unas mil páginas, por lo que le llevaría tiempo revisarlo todo para encontrar lo más parecido a lo que quería hacer.

Lo metió dentro de la almohada que trajo consigo y consiguió disimularlo con el relleno de esta.

Si esto funcionaba, su vida sería como antes y podría encargarse de cualquiera que lo intentara arruinar.



Al caer la noche, el señor Malfoy por fin pudo regresar a casa para hablar con su hijo. Sin embargo, una visita inesperada lo detuvo en la entrada.

Cerró su paraguas acercándose al porche, pensando en que tal vez eso animaría un poco a su hijo antes de la cruda historia que iba a contarle.

Potter saludó con un gesto educado.

Harry y su hijo, Albus, estaban esperándolo con una expresión un tanto tensa. Albus, con las manos de su padre en los hombro, saludó nerviosamente y sin moverse de su lugar.

Malfoy respondió Harry con una media sonrisa. Discúlpanos por la hora, pero Albus insistió en no poder esperar hasta mañana.

Oh, ¿tú y Scorpius planeaban salir? No me había comentado nada.

De hecho, no murmuró algo apenado.

𝐋𝐚 𝐑𝐮𝐢𝐧𝐚 𝐝𝐞 𝐌. 𝐖𝐞𝐚𝐬𝐥𝐞𝐲 | 𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora