capítulo dos

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Estaban atentos escuchando lo que Jimin estaba explicando: planos, mapas, puestos. Todo lo necesario para poder encontrar aquella piedra que los ayudaría de una destrucción total en el Olimpo.

―Una cosa antes de terminar. ―todos lo miraron―. Deben saber que existen seres tanto mitológicos como humanos que protegen el Greco.

― ¿De qué tipo? ―preguntó San mirando el mapa que estaba sobre la enorme mesa.

―Medusa creo dos seres iguales a ella. ―dijo Jimin―. Son dos mujeres con aspecto terrible y un olor que es imposible de soportar. Las asesinan igualmente cortándoles la cabeza, pero en ningún momento deben verlas. ―les explicó―. Las harpías son otros seres que resguardan el lugar donde la piedra está escondida.

―A esas las podemos asesinar con el tridente de mi padre, ¿cierto? ―Jimin asintió a la pregunta de Mingi―. Sera sencillo.

―No se confíen. Tienen un aspecto que engatusa a los hombres, inclusive a los dioses, tienen garras en sus manos y son muy filosas. Los que se han enfrentado a ellas no sobreviven así que deben tener mucho cuidado. ―hablo con precaución y Mingi asintió captando.

―El lugar donde el Greco está escondido es una zona de minotauros, ―señaló un lugar en uno de los mapas―, nuestros padres no fueron idiotas en eso. ―dijo dejándose caer en la silla.

―No fueron ellos. ―los miro―. Hay otra cosa más poderosa a la que deben enfrentarse. ―los chicos suspiraron frustrados.

¿Qué sería más fuerte que los minotauros, las harpías y las medusas? Los humanos eran pasables, sabían cómo matarlos si estos se negaban a dejarles entrar. La diferencia era enorme, podrían fácilmente.

―Se especificó Hermes no te entiendo. ―miro la rubia al peligris y éste respiro hondo.

―Deben enfrentarse y derrotar al principio de todo. ―ellos fruncieron su ceño. No entendían esa parte.

El principio de todo era un ser poderoso, de eso no cabía duda, pero Jimin no les diría nada más, ellos mismos debían darse cuenta de quién era ese ser a quien tenían que matar para obtener el Greco.

― ¿Estrategia de pelea? ―preguntó Seonghwa mirando primero a Jimin y después a los demás― ¿O es que acaso eso lo planearemos nosotros?

―Exacto, yo solo les daré la información y mapas que necesitan. En todo lo demás deben ingeniárselas y arreglárselas ustedes mismos. ―respondió Jimin sonriendo porque sabía que ese no era un fuerte en ninguno. Ahora sí que las cosas se volteaban―. Y eso quiere decir que deben ser un equipo.

Y eso era lo menos que podían ser.

Por la misma rivalidad entre los dioses es que ellos se odiaban. Tomaron los problemas de sus padres y los creyeron suyos pensando que el odiar sería para toda la eternidad. Cosa que no era así y ellos ahora se han dado cuenta.

La guerra desatada por los dioses reclama a un solo gobernante para que los demás se rindan ante él o ella. Una forma de gobierno corrupta y abrupta en donde lo malo se desataría más de lo que ya está, todos los dioses que existen desaparecerían y uno solo quedaría en el Olimpo.

Algo que aquellos nueve chicos no estaban considerando en sus posibilidades o sino todo sería ruin y destructivo. Ni Troya con su guerra llegaría a sus talones con el Olimpo y su guerra.

― ¿Pueden ser un equipo verdad? ―preguntó el mayor con firmeza mirando a cada uno―. No les escuche decir que sí.

Al unísono un se dejó escapar de la boca de los nueve jóvenes y Jimin sonrió satisfecho.

―Nada de rivalidades. Esto es un trabajo en equipo. ―con serenidad hablaba y rodeaba la mesa caminando con postura―. Nueve dioses, nueve mentes, nueve armas, pero, sobre todo, nueve corazones que están dispuestos a parar esta guerra.

Ahora ellos se miraban entre sí, pensando, analizando y sobre todo creyendo que debían dejar a un lado las rivalidades estúpidas que comenzaron por sus progenitores para unirse y terminar con algo que sus mismos padres empezaron.

― ¿Nos estas diciendo que el destino del Olimpo está en nuestras manos? ―preguntó con temor Hongjoong a lo que solo Jimin asintió.

―Entonces si el destino del Olimpo está en nuestras manos, no solo necesitamos cabeza y corazón para salvarlo, necesitamos armas ―como era esperarse del dios de la guerra, salió de la boca de Jongho ese comentario y Jimin, con tan solo chasquear los dedos, hizo que otra parte de la sala se iluminara.

―Sabía que dirías eso así que por eso estaba preparado. ―las nueve miradas se posaron en las armas sobre la mesa―. Son lo que piensan.

― ¿De verdad somos capaces de tenerlas? ―preguntó Wooyoung mirando las armas de los dioses, Jimin asintió sonriendo―. No puedo creerlo.

―Por como pelean sus padres y los demás dioses ni se preocupen, tienen suficiente poder en sus manos para destruirse sino llegan a tiempo. ―con cada palabra que decía más los ponía nerviosos.

Pero debían olvidar cualquier nerviosismo o hasta miedo. Son hijos de los dioses más poderosos del Olimpo y si quieren detener la guerra deben volverse un equipo y enfrentar la adversidad que se viene.

Tienen el destino de su hogar en sus manos.

ɢʀᴇᴄᴏ | ᴀᴛᴇᴇᴢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora