Todo era tan estúpidamente ridículo que le causaba gracia, y al mismo tiempo terror. ¿Por qué todo lo vergonzoso e imposible le pasaba justo a él? Sungmin, a sus 15 años de vida había hecho algo de lo que ahora 8 años después se arrepentía: Entregar...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"Todo lo que quería era que descubriera mis sentimientos, aunque sea por medio de una hoja de papel".
Tal vez no sepas quien soy yo, no suelo llamar mucho la atención, soy callado y tímido. Me llamo Lee Sungmin, del grado superior. Estoy al tanto de tu traslado, sé que te irás pronto así que pensé en escribirte una carta. Te preguntarás por qué alguien que ni siquiera conoces y nunca se ha mostrado a ti decida escribirte así, sin ninguna excusa. Yo en realidad tengo un motivo.
En el tiempo que llevo de conocerte creo que eres genial. Me gusta tu voz, esa manera de cantar que tienes que hace que los corazones se ablanden. Incluso para alguien solitario como yo, escucharte ha sido mi único consuelo ahora que mi familia pasa por una situación difícil, es gracias a tu voz que me he mantenido firme. Me gustas. Solo se dio sin que pudiera evitarlo, no he podido hacer nada al respecto porque quererte me hace sentir bien y no quiero que esa sensación desaparezca.
Ahora que sé que te vas he tenido el coraje suficiente para llenar este espacio con mis palabras y mi sincera despedida. Espero que te vaya muy bien, Cho Kyuhyun, desde el fondo de mi corazón deseo que seas feliz.
Sungmin.
El chico, que en ese momento esperaba en el aeropuerto con una maleta a su lado, se guardó dentro de su gabardina la carta que hacía unos segundos había sacado para leer. El joven era alto y de cabello castaño, portaba unas gafas oscuras que le daban cierta madurez y porte elegante, aunque eso era cuestionable para aquellos que le conocían.
Miró el reloj de su muñeca, ¿por qué tardaba tanto? En ese caso hubiera tomado un taxi, sería más sencillo que esperarlo por horas, ya tenía 35 minutos ahí parado contemplando el aeropuerto, su padre se esmeraba en hacerlo enfadar.
—¡Kyuhyun! —volteó hacia la dirección del grito. Bajó un poco sus gafas y vio a su padre agitando su mano mientras sonreía, el escándalo llamó bastante la atención, típico de él. Suspiró y fue a su encuentro.
Su papá le dio un gran abrazo, hacía mucho tiempo que no se veían, por lo tanto, el hombre estaba realmente feliz de poder estar con su hijo después de tanto tiempo. Kyuhyun no lo culpaba, no solía llamarlo con frecuencia, y cuando lo hacía, él no podía coger el teléfono, los cambios de horario eran en gran parte la causa de ello.
—¿Cómo ha estado el viaje? Estás más alto desde la última vez que te vi —le dijo mientras los dos caminaban hacia la salida, cada uno con una maleta en mano.
—Aburrido.
—Ya veo, ¿tienes hambre?, puedo llevarte a comer, he cambiado mi turno en el trabajo y tengo tiempo.
—Sí, como quieras —después de salir hacia el estacionamiento, ambos llegaron a un auto cerrado color negro, su padre subió las maletas y pronto los dos se pusieron en marcha.
Llegaron a un restaurante de comida occidental por petición de Kyuhyun ya que había permanecido unos años en Nueva York y Los Ángeles respectivamente, por lo tanto, había tomado el gusto por la comida de aquellos lugares. Se había ido a vivir con su madre al extranjero luego de la separación de ella con su papá, pero hacía un par de años que ya no estaba cómodo en esa familia, así que optó por irse a vivir con su padre, el cual residía el Seúl. Luego de ordenar estuvieron charlando sobre sus vidas todos esos años, el señor Cho siempre estuvo en contacto con él, pero con el pasar de los años se tornó más difícil.
