Capítulo V: "La vergüenza de la familia"

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Esa noche me dormí al instante, cansada por hacer el amor, y cansada también por la crisis. Sentí un ardor constante en las piernas antes de caer rendida. Al día siguiente no sentí nada al despertar, así que me abalancé fuera de la cama.

Grave error, mi piel tiraba en las zonas de los cortes, por lo que salió un grito de mis labios, un grito desgarrador.

Asusté a mi mamá, se levantó y abrió la puerta sin preguntar, estaba mirando las heridas, de pie, así que me vio en primer plano el rojo intenso que conservaban los cortes aún.

ㅡ Conchetumare, ¿qué mierda te pasó? ㅡ preguntó con asombro y ¿preocupación? no lo podía creer. Se llevó una mano a la cabeza para remarcar su asombro.

ㅡ Nada que te importe ㅡ dije cortante ㅡ ¿Puedes marcharte de mí pieza? ㅡ remarqué el mí, porque estaba invadiendo la privacidad que la habitación me brindaba.

ㅡ No quedará esto así ㅡ me apuntó con su dedo raquítico ㅡ te llevaré a un psicólogo ¿estás demente acaso?

ㅡ ¿Desde cuándo tan preocupada, madrecita? ㅡ pregunté con sarcasmo, intentando no llorar.

ㅡ Agh cállate, mocosa de mierda, te llevaré y punto ㅡ finalizó cerrando la puerta.

ㅡ Y después preguntas porqué estoy demente ㅡ digo a las paredes, siento que son las únicas que me escuchan.

Me vestí lento, aún ardían pero lo merecía. Alisé mi pelo y luego bajé a lavar mi cara, tomar una taza de café bien cargado, pinté un poco mis ojos con delineador, me gusta ese efecto negro y desgastado que hacía lucir más grande mis ojos, y más marcadas las ojeras.

Lavé mis dientes rápido pero bien, agarré mi mochila, busco los audífonos, mi celular, tomo las llaves y salgo sin despedirme de nadie. Al final de todo a nadie le importo allí.

Camino con paso lento al colegio, tan lento que parezco sonámbula en vez de estudiante. Saco la cajetilla de cigarros mentolados del interior de la mochila, junto con un encendedor naranja, prendo un cigarro y siento que mi cuerpo comienza a despertar, despierta tanto que me sudan las manos, signo de mi baja de presión, así que me dan mareos. Sostengo mi cuerpo en un árbol y mierda, aún queda mucho para llegar al colegio. No puedo estar desmayándome en la mitad de la calle. Tal vez la falta de comida influye también.

Me siento débil pero me obligo a seguir. Camino lo más derecha posible y un par de personas se dan cuenta de la situación que estoy cruzando, posiblemente por la palidez que luzco ahora.

Llego al colegio, justo cuando cierran las puertas, el inspector me saluda.

ㅡ Buenos días señorita Garcés ㅡ me dice en un tono alegre, ¿qué mierda le parece alegre en la mañana?

ㅡ Mhhs ㅡ levanto la cabeza en signo de respuesta, no tengo ganas de hablar, sentí como ardían mis piernas todo el camino, tengo ganas de llorar por el dolor y también por susto, mientras caminaba me acordé que mi madre quiere llevarme al psicólogo.

Así que intento apresurar el paso para llegar a mi sala antes que cierre la puerta el maldito profesor de química.

ㅡ Ojalá no venga ㅡ rogué mientras subía las escaleras.

Lo odio con todo mi ser, odio la química y lo odio a él. Bueno, en realidad odio a toda persona que intenta enseñarme una mierda que no me importa, por las mañanas, cuando quiero dormir.

Llego fuera de la sala, con sueño, con ganas de morir, aún la puerta no se cierra y el maldito profesor está ahí. Entro sin siquiera mirarlo y me siento al frente, exclusivamente para fulminarlo con la mirada, decir "no entiendo" todo el tiempo he ignorarlo toda la puta clase.

No es tan malo como parece | HomosexualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora