"Y cuando sale a caminar"
Los rayos de sol habían comenzado a colarse entre las rendijas de las persianas del castañito, quien, entre algunas quejas, se encontraba molesto al tener que despojar las cálidas y suaves mantas con las que se encontraba envuelto desde muy temprano, y más en su día libre.
La razón de ello era que, la última vez que había realizado las compras había olvidado algunos ingredientes que en ese momento eran esenciales para su pequeño antojo mañanero, así que, se veía obligado a salir rumbo al minisúper más cercano a su hogar para poder elaborar sus compras.
Caminó con pereza hacia su clóset, tratando de animarse con el hecho de que, finalmente tendría su capricho, por lo cual en cuanto se colocó una sudadera y pantalón holgado, además de terminar con su aseo básico, salió a regañadientes de su apartamento, caminando hacia el elevador mientras distraídamente verificaba que llevara su cartera y cada una de sus llaves en su bolsillo.
Una vez llegó a la pequeña recepción del lugar, salió, saludando amablemente señor Kim, quien, como casi todas las mañanas, se encontraba regando con dedicación las plantas que decoraban la entrada del lugar. Todo era totalmente ordinario, algunas personas caminando sobre la poco descuida acera, algunas con traje pues probablemente se dirigían al trabajo, y otras vestidas de manera ordinaria, nada que ese mañana llegara a sobresalir si hablaba con sinceridad.
Tan sólo había caminado una cuadra cuando, no muy lejos de donde él se encontraba situado logró divisar al pelinegro encargado de ser la inspiración de cada una de esas largas y sinceras cartas nocturnas, las cuales había preferido guardar en uno de los cajones de aquel lindo escritorio dentro de su estudio, evitando a toda costa el siquiera pensar en entregárselas al chico pelinegro, por orgullo o temor, ni siquiera estaba seguro. Comenzó a sentirse un poco avergonzado al recordar su aspecto, tratando de pasar desapercibido, lo cual claramente no logró cuando le observó acercarse con una de sus características sonrisas hacia él, acelerando su corazón como de costumbre.
—Taehyungie, cariño, buenos días.
Habló primero Jung, retirando sus auriculares para poder brindar toda su atención al encantador chico frente a él, cesando de poco a poco cada uno de sus pasos hasta que llegó hasta el castaño, sin estar consciente de lo pequeño que este se sentía a su lado, sintiendo cientos de mariposas revolotear dentro de él al encontrar sumamente lindo a su mayor con aquellas deportivas. Sabía que Hoseok solía salir a caminar o correr todos los fines de semana, quizá es por eso que mantenía un cuerpo tan...atractivo.
—Buenos días, Hoseok.
El menor elaboró una pequeña reverencia en su dirección, guardando sus manos dentro de la amplia sudadera que llevaba puesta antes de regalarle una pequeña sonrisa al contrario, quien río un poco, encantado con la actitud del más joven.
—¡Vaya!, ¿estás fuera de tu apartamento tan temprano en un fin? esto es totalmente nuevo, cielito.
Bromeó comenzando a caminar junto con el menor, casi olvidando que debía ir hacia la dirección contraria para poder continuar con su camino, sencillamente estando deseoso de poder acompañar a el castaño hasta que este se lo permitiera.
—Lo sé, es que olvidé comprar algunas cosas la última vez que fui de compras y bueno, me vi un poco obligado a salir — habló tras un bostezo, estando un poco nervioso con la presencia del contrario cuando una idea pasó por su cabeza, hablando sin pensar para evitar comenzar a arrepentirse antes de hacerle la invitación — ¿Estás ocupado?
—Para ti siempre estoy libre, cariño.
Una sonrisa tímida se dibujo en ambos labios, finalmente acordando que, a invitación del menor, ambos desayunarían juntos en esa ocasión.
Tras elaborar las compras necesarias, ambos regresaron (entre algunos coqueteos de parte de ambos) hasta el edificio en donde vivían. El pelinegro ingreso al apartamento 512 para poder tomar una ducha mientras el castaño comenzaba a hacer el desayuno en el suyo.
El mayor había insistido en ayudar, pero decidió negarse al saber que probablemente terminaría actuando de manera torpe frente a él y no quería tardarse tanto en cocinar ese día, por lo cual simplemente uso la excusa de "el anfitrión soy yo" para evadir cualquier otro tonto pero lindo argumento de Jung, quien al final terminó argumentando que en algún momento él cocinaría para Taehyung, exagerando al decir que no importaba que fuese la última cosa que haría, lo cual logró robar una de esas bonitas risas del chico que le gustaba.
Poco después, tras volverse a reunir en el acogedor apartamento 513, una vez que ambos terminaron de desayunar y limpiar cada uno de los platos y utensilios que fueron ocupados, Taehyung se dejo envolver en los brazos del contrario por un buen rato en la sala de estar, con la calidez invadiendo su pecho al ser tratado de aquella manera, compartiendo pequeños y tímidos besos en las mejillas contrarias mientras alguna serie se reproducía en el televisor.
Y aquel día, Hoseok, inconscientemente, le había dado la seguridad suficiente a Taehyung de que en algún momento, podría confesar a su amado el amor que profesaba hacia él sin salir con un corazón roto.
"Me saluda con una sonrisa
Que de veras me conquista"
palabras: 952
©ˢᵃᵉᵃˢʸ
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El chico del apartamento 512 | Hopev
Fiksi Penggemar-Jimin...me gusta. -¿Uh?, ¿de qué estás hablando, Tae? -Me gusta, me gusta el estúpido chico del apartamento 512. En donde Hoseok y Taehyung viven en el mismo edificio e incluso en el mismo piso. O en donde a Hoseok parece fascinarle provocar bonito...