Romance de verano, por Eirene

5 0 0
                                    

Aquel romance de verano era una mujer alta, con el cabello negro como el carbón y unos ojos verdes que brillaban como las estrellas.

Éramos una pareja normal, nos amábamos con locura. Pero había un pequeño secreto que no le quería contar, un pequeño hobbie que me hacía ganar algo de dinero.

Era una noche de verano, el 8 de agosto, ella fue a tomar unas copas mientras yo debía de trabajar, trabajar en aquel hobbie que me atormentaba y del que deseaba deshacerme. Aquel hobbie que conllevó a la muerte de mi madre, mi querida madre.

Llegué a casa con gotas de sudor en la frente y mis sangrientas, temblorosas y frías manos. Me di una ducha caliente, cada vez que el agua ardiendo se deslizaba por todo mi cuerpo sentía que me limpiaba y desacía de todos los males que había causado. Cogí mi pistola, mi herramienta de trabajo, la apoyé en mi mesilla de noche y me tumbé en la cama a dormir un rato, ella no había llegado todavía.

Eran las 7 de la mañana y se escuchó un disparo, el chihuahua empezó a ladrar con un sonido agudo que retumbaba en mi cabeza, odiaba a esa rata llamada perro.

La pistola estaba ausente y en su lugar se encontraba una carta junto a una rosa, que decía lo siguiente:

Cariño, sé tu secreto, y no importa, lo que voy a hacer ahora no es por ti, te sigo amando tal y como el primer día. Llevo queriendo hacer esto por mucho tiempo y por fin tengo lo que necesitaba para realizarlo, llevo mucho tiempo con un vacío en mi corazón que va creciendo y me está comiendo por dentro lentamente, y deseo acabar con ello. Pero no te preocupes, porque nos seguiremos amando por siempre y eternamente, esté donde esté.

Corrí por toda la casa buscándola, estaba en en la bañera, con la pistola al lado y un balazo en su corazón. Miré hacia la ventana, las gotas de lluvia resbalan por el cristal tal y como las lágrimas se deslizaban por mis mejillas, me asomé y vi aquella calle, aquel oscuro callejón donde mataron a mi madre, ni querida madre.

Decidí hacerlo, le di un tierno beso a mi amada y un fuerte abrazo, cogí mi herramienta y disparé hacia mi corazón: estábamos destinadas a estar juntas y ahora estamos más unidas que nunca. Tan enamoradas como el primer día.

Terceiro escrito: palabras forzadasWhere stories live. Discover now