5| Instintos

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— ¡Cachorro! 

La cara de su abuelo se iluminó al verlo entrar por la puerta de la habitación, Ren sonrió através del ramo de narcisos sintiendo su alma volver a su cuerpo después de una noche entera en vela, se quedó un segundo en la puerta para ver el aspecto del hombre que lo había criado. Sus mejillas estaban hundidas, debajo de sus ojos había orejas y el color de su piel era de un blanco enfermizo que cada día lucia peor, el respirador que estaba sobre su rostro tampoco pasaba desapercibido.

Su voz se quebró cuando intento hablar, contuvo el llanto mordiéndose los labios. El miedo seguía en su torrente sanguíneo como una sustancia tóxica ¿Que haría un omega sin padres ni amigos en este mundo si la única persona que le importaba se iba de su lado?

El rostro de su abuelo cayó en picada, soltó un largo suspiro y le hizo una señal con la mano para que se acercara. Ren dejó caer el ramo al piso y dando un salto se acercó a la camilla donde su abuelo lo recibió con lo brazos abiertos. Se sentía cálido.

— Llorón — le dijo mientras daba pequeñas palmadas en su espalda

— Estuve muy asustado, me llamaron y dijeron... El doctor dijo... — el pelirrojo tomo grandes bocanadas de aire hipando — y luego vine, no me dejaron vete, volví a casa y estuve toda la noche solo

— No me voy a morir hasta que tengas novio

— ¡Abuelo! — Ren se quejo haciendo una mueca con los labios — No juegues con esto, me asuste

— Ya, ya, eres tan feo como una verruga cuando lloras — el omega pelirrojo dejo que el anciano secara las esquinas de sus ojos con la mano y se acurrucó más cerca, olía a gelatina y medicina — ¿Que haces aquí tan temprano, niño? Deberías estar en la escuela

— Quería verte — respondió con la voz pequeña — Llamé al tio Josh ayer pero me envió a buzón de voz

El hombre resoplo girando el rostro.

— ¡Tuve dos hijos en mi vida! Uno es un piloto que viaja por el mundo y se olvida que tiene familia y el otro es un bueno para nada que lo único que hizo bien en la vida fue tenerte.

— No he visto a papá en meses — Ren se levantó de la silla para recoger el ramo del suelo, evitando que su abuelo viera su rostro

— No sé en que fallé al criarlo, resultó un padre irresponsable y un idiota. Espera que lo vea y le daré un puñetazo que le reiniciará las neuronas — y como si quisiera enfatizar un punto, se levantó la manga de la camisa mostrando un brazo flácido.

— ¿Podemos cambiar de tema? — pidió el omega con suavidad — Y no, no hablemos de citas

— No iba a mencionar eso

— Aja

— ¡No es mi culpa que mi nieto no tenga vida social! Me preocupo

Ren abrió la boca con indignación. Bueno, no tenía amigos ni pareja ¿Y qué? No los necesitaba. Tenía cosas más importantes de las que preocuparse.

Como, por ejemplo, que su abuelo no se enterara de sus errores del pasado. Quería seguir siendo ese niño que se escondía debajo de la cama para no bañarse ante sus ojos. No un tipo fácil que se dejó engañar por una cara bonita y palabras amables.

— Por el amor a la abuela deja ya el tema de las citas ¡Estoy bien! — Ren se llevó una mano al pecho juntando las cejas — Me voy a graduar en un año y me iré a al universidad, los amigos pueden esperar para cuando tenga tiempo.

— ¿Tiempo? ¿Acaso lees el futuro y estas seguro de la vida que te espera? — el rostro de su abuelo se suaviso — No quiero verte solo.

Ren abrió la boca pero la cerró. No tenía nada que decir. ¿Llegar todos los días a una casa vacía se consideraba estar solo? Pero tenía a a su abuelo, nunca iba a estar solo mientras lo tuviera. Y el tio Josh también era su familia. No estaba completamente solo.

RenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora