Diciembre 22, 2041

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Ese verano fue el mejor que podría haber tenido jamás desde el enorme cambio que implicó mudarse.

Cada tarde, explorábamos nuevos lugares: visitábamos la estación, nos balanceábamos en la plaza y nos sumergíamos en el agua cristalina del muelle hasta que esta llegaba a rozarnos las narices.

A su lado, me sentía lo suficientemente valiente como para invitar a jugar a otros niños, y pronto ampliamos nuestro pequeño círculo. A pesar de ello, solo él se mantenía como mi mejor amigo.

Intenté en numerosas ocasiones enseñarle a andar en bicicleta, pero se resistía debido al miedo, así que me veía obligado a llevarlo detrás de mí cada tarde. Valía la pena, ya que cada vez que me daba la vuelta, él estaba allí con una sonrisa radiante y encantadora.

Al final del día, solía quedarse a dormir en casa, siempre que se lo permitieran.

Solíamos jugar fútbol con los hijos de los vecinos cada tarde, convenciéndonos de que éramos los mejores.

Surgieron sueños sobre practicar el deporte en algún club, aunque solo alcanzamos a organizar torneos entre amigos. Él siempre brillaba en el primer lugar, mientras yo lo observaba con admiración desde el noveno puesto.

A pesar de ser solo un año mayor, se convirtió en mi ejemplo a seguir.

En cierta ocasión, dijo que yo era su "paloma", porque parecía entenderlo como nadie más y siempre podía transmitir lo que él quería decir, incluso si no lo expresaba por escrito. Me sentí orgulloso de poder ayudarlo.

Durante ese tiempo, me enseñó varias señas, aunque mi interés en profundizar en el lenguaje siempre parecía limitado por mi gran pereza.

También, nos regalamos el uno al otro varias pulseras de la amistad, temiendo que al marcharse podríamos perder alguna y no tendríamos otra para admirar.

Muchos adultos afirmaban que éramos completamente opuestos.

Él destacaba por su tranquilidad, educación y amabilidad. Por otro lado, nunca fui reconocido por esas virtudes; de hecho, mi madre solía decir que era irrespetuoso y que me ensuciaba con facilidad. Además, podía ser todo menos tranquilo. Pero, independientemente de que resultara extraño, tal vez eso nos unía aún más.

En cierta ocasión, preguntó por mi padre. Me lo esperaba, ya que nunca lo había mencionado antes. Tuve que confesarle que había fallecido hace unos pocos años en ese momento.

Lloró intensamente al enterarse y, aunque le aseguré cientos de veces que no se preocupara, continuó lamentándose durante toda la noche.

Él era así, ¿entiendes?

Su familia siempre fue un enigma para mí; nunca los vi y él nunca hablaba sobre ellos. Pensé que podrían haber fallecido, ¿pero quién lo estaría esperando en casa al final del verano, cuando se fuera del pueblo? No fui lo suficientemente valiente como para preguntárselo.

Pensaba poco en ello, centrándome más en aprovechar el tiempo limitado que compartíamos.

'¿Te gusto?'

Pregunté un día mientras compartíamos helado, sentados en bancos frente a la playa.

Mamá estaba a unos pasos de nosotros, vigilándonos.

él  jujae.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora