Capítulo 2

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Solo había pasado una hora desde que Perth hablo con Saint y se sienten como siglos para el, había extrañado su llamada en toda la mañana ya que Saint lo llamaba 4 veces al día todos los días 24/7. Sin exepciones, aún cuando su pequeño esposo está ocupado, lo llamaba diciendole te amo colgando al  segundo sin darle la oportunidad de responder, pero dejando en el hermoso Ángel una sonrisa en su cara.

Saint era demaciado apegado a Perth cosa que el  agradecía y como no serlo después de todo lo que habían pasado después de que en sus mundos le prohibieran estar juntos, porque las Hadas no podían durar en los brazos de un Ángel porque estos los rompían hasta dejarlos sin nada sin magia, sus mundos separaron su amor haciendo que su hermosa Hada se consumiera poco a poco llevándolo casi hasta la muerte donde sus alas caían por el inmenso dolor que era el ser separado de su amor de su Ángel de su alma.

Peleando contra todos para hacerles ver que el amor entre un Hada y un Ángel era posible, que un Angel no revataba la magia de un Hada por que el amor era la magia y el amor de ellos era tan grande, no todo fue color de rosas sufrieron, lloraron se lastimaron todo eso pasaron para poder estar juntos, Pero eso es otra historia.

En el Buffet de abogados Perth miraba el pequeño portaretratos donde estaba la fotografía de su esposo sonriendole a el sólo a el, sus ojos verde esmeralda haciendo juego con sus pequeñas alas, con sus pequeñas estrellitas en la esquina de sus ojos, se la habia tomado Perth en su luna de miel.

Sacó el regalo que le daría esa noche y suspiró recordando las veses que Saint se lo había pedido hace algunos meses con berrinches después de que Perth le había dicho que eso era imposible y aunque así fuera Perth haría cualquier cosa por complacerlo el le daría a Saint todo lo que pidiera y quisiera el era su primer y unico amor, el lo haría feliz  como lo prometió cuando Saint aceptó ser su novio cuando eran unos adolecentes, para los humanos porque en sus mundos ya eran mayores, las Hadas cumplían su mayoría de edad a los 16 y un Ángel lo 17 esa era su edad adulta ellos ya no cumplirían más años Saint era el mismo pequeño y delicado desde ese dia e igual que perth pero para un Ángel como el, grande y fornido nadie lo creería, para los humanos ellos tenian 25 y 27 años,

Apretando el regalo de su esposo sonrió levantándose de su silla y saliendo de su oficina.

-Gabriela por favor suspende todas las reuniones del día de hoy y de  mañana me voy a casa.

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Saint estaba en su habitación mirándose en el espejo viendo el atuendo que se habia comprado para esta noche tenía sus orejitas de gatito que la muchacha de la tienda le prometió su esposo hiba a enloquecer en su cabello castaño claro con sus trencitas esparcidas por todo el, el amaba hacerse pequeñas trencitas en el cabello pero más amaba cuando su esposo se ponía detrás de el para soltarle una por una regalandole muchos besos en sus hombros, si la parte favorita de Saint cuando se hacía trencitas era cuando su esposo las soltaba.

Tenía una faldita azul que para el resultó ser muy suave y una gargantilla en su cuello con un pequeño cascabel en el su piel brillaba igual que sus ojos y sus labios pintados con bálsamo rosa. El definitivamente se veía hermoso.

Pero Saint estaba triste sus piernas ya no eran delgada y estilizadas sus pies estaban inchados su abdomen ya no era plano si no que tenía una muy evidente pancita sus cachetes estaban más llenitos que de costumbre por lo que sus bellos ojos color miel se llenaron de lágrimas al instante cambiando el color de estos a un azul tan profundo como el mar.

Todo el fue sollozo incontrolables poniendo sus pequeñas manos en sus ojitos ocultando ese hombre feo que según Saint es ahora, Saint no paró de llorar hasta que unos brazos fuertes se posan en su cintura abrazando su cuerpo haciendo que el de un brinco del susto.

Especiales De Navidad [Finalizados]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora