◽Celos, prisas y recuerdos◽

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Al levantar la vista me topé con un chico de cabello rojo que se asomaba por la ventana del copiloto

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Al levantar la vista me topé con un chico de cabello rojo que se asomaba por la ventana del copiloto.
Alex me observaba con curiosidad, doblado por la cintura para poder mirar por la ventanilla; lo observé desde el interior del vehículo, tomada con fuerza del volante y sintiendo que mi cabeza iba a explorar por el enojo.

Ese día el muchacho iba vestido de una manera muy formal, con una camisa azul marino que lo hacían ver especialmente pálido y que provocaban que su cabello resaltara aún más por increíble que pareciera.

— No — repuse intentando de nuevo encender el auto, pero ahora no articuló ningún sonido —. Tengo que ir a entregar esos papeles a la escuela primaria y mi estúpida cafetera no enciende.

Alex miró los papeles que sobresalían de mi bolsa en el asiento de al lado y luego volvió a posar su mirada sobre mí mientras recargaba ambas manos sobre el marco de la ventanilla.

— Te puedo llevar si quieres. — dijo él haciendo una seña al auto que estaba seguramente estacionado a pocos metros del mío.

— ¿En serio?

Tomé la bolsa y salí del auto inmediatamente, cerrándolo tras de mí y yendo hasta el muchacho que estaba parado sobre la acera junto al vehículo. Lo tomé del brazo y lo jalé en dirección a su auto para que me llevara lo antes posible.

— Pero después debes acompañarme al Hotel — dijo en el momento  que me abría la puerta para que subiera el vehículo —. Tengo un asunto pendiente, pero no llevará mucho tiempo...

— Sí, sí vamos. — lo apremié yo ya dentro.

Alex dio una breve carrera rodeando el auto y subió a continuación, vuelta a la llave e inmediatamente éste encendió a diferencia del mío. Claro, era como mil años más nuevo y tenía una enorme diferencia en el kilometraje.
El muchacho puso el auto en marcha y se dirigió directo a la escuela, que aunque no quedaba muy lejos de ahí. Pero de haber ido caminando no habría llegado a tiempo, o más bien, hubiera llegado más tarde de lo que ya iba.

Fue un viaje corto y silencioso en el que el pelirrojo se dedicó a mirar el camino con gesto de concentración y yo a esperar que al llegar, la secretaria siguiera en el lugar para poderme recibir mis papeles. Mi mamá era la directora, pero ella ya había tenido que hablar con personas por encima de su puesto para que pudieran darme el trabajo de maestra en las instalaciones, y eso ya era demasiado a mi ver.

Alexander no terminaba de estacionar el auto, cuando salí despedida de mi asiento sin tener tiempo siquiera de verificar que la puerta había cerrado bien o si el chico había tenido la intención de acompañarme. Corrí hacia la puerta que parecía estar abierta, y antes de llegar me volví por un breve instante.

— ¡Vuelvo enseguida!

Ni siquiera logré verlo, solo alcancé a atisbar el cofre del auto ya estacionado y abrí la puerta de un empujón para entrar de lleno en el sitio.

Brillo esmeralda [COMPLETA ✔️ Novela 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora