Me quedé de piedra al ver el cuerpo de Clara tendido al pie de la escalera, inerte como un montón de trapos desparramados por el suelo. Sus ojos permanecían cerrados y uno de sus pies estaba sobre el primer peldaño de la escalera. Probablemente quería subir o estaba en ello cuando había caído.
Corrí escaleras abajo sintiendo el corazón latirme desbocado en el pecho y casi podía escucharlo en mis oídos, como un fuerte tambor de guerra anunciando lo peor.
— Clara... — mascullé al llegar junto a ella y me arrodillé a su lado.
No respondió.
El pánico se apoderó de mí con una facilidad increíble, mis manos temblaban incontrolables y de mis labios parecía imposible que saliera alguna palabra coherente.
Coloqué una mano temblorosa a poca distancia de su nariz con desesperación al no saber qué hacer y con alivio me di cuenta de que respiraba. ¿Y ahora qué debía hacer? No podía cargarla, y el leve conocimiento gracias a las series de paramédicos y médicas me decía que no debía mover su cuerpo así como así por si tenía alguna fractura.
Corrí al teléfono fijo que estaba en la estancia y con el poco control que tenía en mis manos marqué el número de mi mamá, que por un breve momento había olvidado. Sonó varias veces y luego me mandó a buzón.
— Dios, ¿qué hago? — imploré a la nada.
De mis ojos comenzaban a brotar lágrimas de desesperación por no saber qué hacer, mi auto estaba descompuesto y no tenía idea de dónde estaba mi mamá. Daba vueltas como una loca de un lado a otro como si esperara a que la solución me llegara como un milagro del cielo. Y de pronto lo hizo.
Abrí la puerta de la calle y eché un vistazo al frente. Un auto rojo estaba aparcado a unos cuantos metros de mi viejo e inservible coche. Corrí desesperada por el jardín y fui directo hasta la casa vecina, llamé a la entrada con golpes torpes y esperé a que alguien acudiera.Una escena llegó a mi cabeza, una similar a esto que estaba viviendo, solo que en ese entonces yo estaba dentro de mi casa y no era la que pedía ayuda con urgencia.
Mi respiración agitada hacía que mi pecho subiera y bajara con violencia, mientras más lágrimas seguían saliendo una tras otra y humedecían mis mejillas. Iba a llamar de nuevo cuando la puerta se abrió frente a mí.
— ¿Cassandra?
Un muchacho de cabello rojo, despeinado y vestido con ropa deportiva me miró desde el marco de la puerta, con un gesto confuso en su pálido rostro.
— ¿Estás bien? ¿Qué sucede? — preguntó al ver mi cara y percatarse de que algo estaba mal.
— Es Clara... — dije yo en un hilo de voz —. Ayúdame, por favor...
Alex no necesitó escuchar nada más de mí, me tomó por el brazo y me guio rápidamente de regreso a mi casa.
Al cruzar la puerta de la entrada echó una veloz mirada al lugar y al no ver a Clara por ahí fue hasta las escaleras sin preguntar nada.
Yo estaba demasiado asustada como para articular palabra alguna. Lo siguiente que vi fue al muchacho regresar con mi abuela sobre sus brazos, con el rostro crispado de preocupación.
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Brillo esmeralda [COMPLETA ✔️ Novela 2]
Novela JuvenilHan pasado casi siete años desde la partida de Alex, Cassie ha terminado sus estudios e irónicamente regresa al pueblo del que tanto quiso huir años atrás. Decidida a reiniciar una nueva vida en aquel pueblo aburrido que la vio nacer, con un ex amor...