Golondrinas Azules

Lo que el viento se llevó

—Vamos Harry llévame contigo por favor— dijo mi amado haciendo un leve puchero.
—Amor no puedo llevarte conmigo a la oficina, lo sabes— acaricie su mejilla con esmero, con amor, como si está se tratase de la más grande maravilla que había en el mundo y es que para mí así lo era, no había ser más perfecto que aquel que miraba todas las mañanas antes de salir.
—De acuerdo— suspiro con rendición —Pero....¿Vendrás para la comida?—
—Te prometo que vendré lo antes posible y pasaremos todo el día juntos— me acerque para dejar un dulce beso sobre su frente.
—Te amo— susurro solo para mí, porque todo ese amor era para mí.
—Te amo aún más.....—

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2:15 AM de la madrugada

¿Cómo podía aquel ángel atormentarme aún en mis sueños? Sueños que una vez fueron los más hermosos que cualquiera quisiera tener, sueños con la persona que más amaba a mi lado. Me atormentaba de la manera más cruel posible, me hacía creer que estaba aquí, que era real y que aquella catástrofe nunca ocurrió, pero luego se va una y otra vez dejando un grito ensordecedor que sopla con fuerza "solo soy un recuerdo," porque eso es lo que era ahora, un recuerdo, un recuerdo que no regresaría a mí ni si quiera con el soplido del viento más fuerte, un dulce y amargo recuerdo que fue por mucho la mejor parte de mi vida.

La falta de sueño se ha vuelto una costumbre, porque ese bello hombre al que alguna vez le dije te amo, ese que he amado desde la primera vez que lo ví, ha tomado la bella decisión de entrar a mi cabeza noche a noche, día a día desde que partió de mi lado llevándose una parte de mi vida, una parte de mi corazón.

Una vez más estaba despierto de madrugada e intentar conciliar el sueño no estaba dentro de mis opciones ya que me era casi imposible.
Me dirigí a la sala para ver cualquier cosa e intentar despejar mi mente, fue entonces cuando me detuve en aquella puerta, aquella puerta que no me había atrevido a tocar desde que se marchó. Me decidí a entrar, tenía que dejar de ser un cobarde como lo había estado siendo hasta ahora y enfrentar mi pasado, mi terrible e hiriente pasado.
Nuestra habitación se encontraba igual que cuando el la dejo, la cama tenía aún las pulcras sábanas que él había comprado en el centro comercial, la pequeña mesa estaba cubierta por una pequeña capa de polvo y aún tenía algunas pertenencias de mi amado, todo seguía intacto como su imágen y lo único que no cuadraba en aquel dulce y doloroso escenario era el armario vacío, tan vacío como mi corazón, sin una sola prenda que pertenecería a aquel bello ser. Salí con un enorme picor en los ojos, un enorme nudo en la garganta y la enorme sensación de que alguien estaba abriendo mi pecho metiendo miles de navajas y cuchillos, manteniendo me con vida solo para disfrutar de mi agonía.

¿Qué si mañana me arrepentiría de ahogarme en alcohol? Supongo que sí, pero no me interesaba en lo absoluto porque nadie sabía el dolor que causaba todo esto, nadie tenía ni la más mínima idea de lo que estaba sintiendo. Tomé y llore hasta que mi cuerpo se le hizo imposible resistir más, dormí en el frío piso del pequeño bar que tenía en la sala y soñé, soñé con él.

6:30 AM del 15 de octubre.

Desperté de a poco por las terribles náuseas que acosaban con destruirme, corrí al baño lo las rápido que pude y me tendí en el suelo a vaciar mi estómago en el inodoro. Cuando termine empezaron a golpearme las imágenes de la madrugada y de nuevo ese sentimiento volvió con fuerza. Me levanté saque un traje negro de mi armario y dirigí al baño, tome una ducha rápida para no comenzar a pensar demás, me seque, vestí y me dispuse a salir de mi casa para luego dirigirme a mi trabajo.

Trabajaba como publicista para la empresa de mi padre, él tenía una cadena de hoteles y una de restaurantes, así que si un restaurante inauguraba o un hotel comenzaba a dejar de ser concurrido entraba yo y un equipo de publicistas para comenzar a realizar un proyecto que elevará el nombre del lugar por lo más alto.