Era lunes cuando Bradie se despertó. Se asomó a la ventana andando con los pies descalzos, lloviznaba, el día no empezaba muy bien. Se apresuró en vestirse, quizás hoy debía abrigarse más, octubre había entrado más frío de lo que pensaba. Colocó sus libros dentro de una pequeña mochila decorada con algunas chapas de nirvana. Pantalones negros pitillo con unas botas militares del mismo tono, una camiseta de manga larga blanca en el que podía leerse "youth is forever" y su chaqueta de cuero negra. Después de desayunar, cogió el casco de su moto y salió por la puerta.
Bradie vivía con su mejor amigo, Brad, era estudiante de ingeniería y entraba a clase dos horas después que ella, así que le dejaba durmiendo. Brad era de su misma edad. Desde pequeños habían sido muy buenos amigos, él mismo fue quien le puso ese nombre a su amiga, ya que su verdadero nombre es Charlotte, pero poca gente conocía su verdadero nombre. Brad era un chico no mucho más alto que ella, fuerte y muy gracioso, tenía el pelo oscuro, como sus ojos, y rizado.
Bradie llegó a trancas y barrancas, a través de la lluvia, hasta la escuela de arte. Aparcó su moto justo al lado de la de Noa. Al igual que ella, Noa estudiaba diseño gráfico e iban juntas a clase, se habían unido mucho este último año, junto a Delia, una chica de arquitectura. Se encontró con las chicas en el porche de la escuela.
-Veo que las dos habéis venido en moto... ¿no se os ha ocurrido coger el autobús con esta lluvia?
-Delia siempre preocupándose. -le contestó Noa.
-Solo miro por vuestro bien, ¡os podréis quejar!
-Nos vemos luego, anda. -contestó Bradie a Delia mientras Noa y ella se dirigían hacia su primera clase.
Cuando entraron, ocuparon sus pupitres. Les tocaba dos largas horas de historia de la imagen, una pesadilla. Sin más dilación, Bradie empezó a coger apuntes mientras Noa estaba entretenida observando las gotas caer sobre la ventana. Habían pasado tres cuartos de hora cuando Bradie presenció algo extraño. Las plantas que había en el alféizar de la ventana empezaron a moverse hacia el interior de la clase.
-Tía, ¿estas viendo eso? -le dijo Bradie a Noa con un codazo incluido.
-¿Que se supone que tengo que ver? -dijo Noa riéndose.
-Las plantas... -pero Bradie comprovó que estaban igual que siempre.
-La historia te esta afectado más de lo que pensaba.
Bradie no le dio más importancia y siguió escribiendo en su libreta. Cinco minutos más tarde algo ocurrió, Bradie no daba crédito a lo que estaba viendo. Un " Tenemos que hablar" apareció de repente escrito en la pizarra de la clase, pero nadie más parecía verlo.
-Noa, dime por favor, que ves escrito algo raro en la pizarra.
-Bradie, ¿que te pasa? -dijo poniéndole una mano en el hombro a su amiga.
Bradie volvió a mirar hacia la pizarra y vio un nombre, un nombre escrito justo debajo del "tenemos que hablar", la firma de alguien. Alexander. El chico de sus sueños. Bradie empezó a ponerse nerviosa, un sudor frío le recorría la nuca y su respiración se había agitado. Salió corriendo de esa clase sin dar explicaciones.
-No es real. -dijo en voz alta en medio del pasillo.
-Por mucho que lo repitas, va a seguir siendo cierto. -Bradie se giró en redondo, observando la figura de un chico.
-¿Quien... quien eres? -dijo temblando.
-¿No me conoces? Pensaba que me recordarías mejor, he estado visitándote cada noche.