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Seokjin sube con un semblante tranquilo al autobús que lo llevaría a su centro de estudios.
Agradecía caminar un poco más, sólo así podía encontrar algunos asientos vacíos, posteriormente el transporte resultaría atestado de personas.

Se dirige hacia el asiento de siempre, con la ventana a su lado izquierdo enseñándole una agradable vista.

El autobús empieza el recorrido y es Seokjin quien suelta un sonoro suspiro cuando todavía faltan unos cuarenta minutos aproximadamente para llegar. No lleva audífonos, ni un libro para distraerse. Puede ver el paisaje, pero ha sido lo mismo durante varios meses y resulta cansado. El panorama que tiene no es más que casas y carros, nada nuevo ni particular.

Otro suspiro y recuesta su cabeza en la ventana cerrando los ojos automáticamente, al menos puede descansar un poco antes de llegar.

El auto hace paradas cada cinco minutos, o eso es lo que piensa Seokjin.

Después de media hora de viaje, y a pesar de muchos momentos en los que pudo haberlo hecho, finalmente abre sus ojos.

No se sorprende al ver a muchas personas sujetándose del pasamano para no caer.
Seokjin busca entre los diversos rostros por alguien conocido, no quiere ser descortés y se ofrecerá a sostener su maleta. Sin embargo no reconoce a nadie.

Cuando vuelva a su posición y se dispone a cerrar sus ojos, siente una mirada. Mantiene uno de sus ojos al pendiente y encuentra al culpable.

Un chico pelinegro lo observa no tan lejos, se nota que es alto, viste una casaca morada y al parecer jeans negros con una mochila de cuero negra colgando de sus hombros.

Lleva el cabello cubriendo sus ojos y a pesar de aquello, Seokjin puede sentir su mirada posarse en él.

Sólo es una simple mirada, no hay sonrisas ni gestos comprometedores. Es probablemente una forma de decir 'Hola', no sabe.

No sabe, porque tal vez sólo estaba viendo al paisaje detrás de él, pero entonces un pensamiento ataca su mente refutando en que si el pelinegro deseara apreciar el paisaje como cualquier persona normal, sólo miraría al frente sin necesidad de voltear a su izquierda.

Para entonces Seokjin tiene ambos ojos abiertos y mirando al chico también. No puede sostener la mirada por otro segundo más y voltea a su izquierda.

El pelinegro también voltea distrayéndose, observando a otro lado. El autobús para y Seokjin se pregunta dónde bajará aquel joven. Luce más viejo que él, tal vez cursa los últimos ciclos de la universidad. Entristece ante la idea. Él apenas va en el segundo. Pero hey! Se está esforzando.

Sigue el recorrido y el número de personas no disminuye. Su mirada posada en el ventanal y por el rabillo del ojo mira al pelinegro, este le regresa la mirada y eso lo inquieta. Decide que no volteará y sólo dormirá hasta llegar.

Otra parada y definitivamente seokjin no hará ningún movimiento. Transcurren unos minutos que pudieron ser diez o quince, no cuenta pero hay menos personas que antes, incluso asientos vacíos. Y no hay cierto chico. Busca entre los asientos con su mirada, intentando no lucir tan interesado pero no lo encuentra.

'¿Dónde ha bajado?' es la pregunta que retumba en su cabeza.

Seokjin suspira y se desprende de donde estuvo sentado más de cuarenta minutos, en el siguiente paradero debe bajar. Deja unas monedas que contadas suman su pasaje por el viaje y baja agradeciendo al conductor.

No lo sabe pero siente un sentimiento extraño. Como si algo fuera a comenzar y es algo que lo invita a vivir.

Desea, mientras camina y sin nada mejor que hacer, volver a ver al chico.

Es extraño pero suelta una risilla al pensamiento. Probablemente nunca lo verá de nuevo. Pero la intriga del porque miraba a su dirección lo carcome.

Su sonrisa no fue a ningún lado ese día.

🄶🄻🄰🄽🄲🄴🅂 [кσσкʝιи]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora