Tomé un profundo respiro recordándome que no tenía qué temer, no estaba cometiendo ningún crimen. No sé por qué me fue imposible controlar mi pulso al tocar esa puerta. Una parte de mí esperó que no hubiera contestación, la otra no dudó en abrir cuando la voz en el interior me lo pidió. Supuse que daría con una imagen semejante al empujar lentamente la madera. Encontré al hombre revisando papeles, sus ojos negros estudiaban a detalle el contenido. No tuve el valor de distraerlo. Esperé paciente en el umbral analizando la manera en que se concentraba hasta que reparó en mi presencia.
—Discúlpeme, no la... —comenzó al alzar la mirada. Negué con la cabeza restándole importancia antes de arrastrar la silla frente a él para evitarnos protocolos—. José Luis me comentó que decidió quedarse.
—Sí, creo que es lo mejor —acepté. Guardé silencio sin saber qué otra cosa decir, solté lo primero que se me ocurrió—. Hace un momento hablé con Carlota —lo puse al tanto. Sebastián encontró interesante el comentario—. Tal como imaginé no entregó el reporte.
—¿No le parece que fue bastante exigente con ella?
Tenía razón, en parte.
—Le propongo una situación hipotética —propuse sin saber cómo explicarme—. Imaginemos que en realidad yo sí fuera una chica contratada para cualquier departamento —expuse dándole otro giro. Él dibujó una discreta sonrisa, encontrando curiosa mi idea—. Que fuera mi primer día, me consumieran esa clase de nervios que te revuelven el estómago, no supiera qué hacer al enfrentarme a un nuevo trabajo, a retos, a compañeros que te recuerdan no perteneces ahí. Entiendo que no fui inteligente —acepté. Él quiso hablar, no lo dejé—, no pretendía serlo —aclaré—. Póngase en su zapatos por un momento y se dará cuenta que marcarle un alto era la única manera de hacerle entender lo mal de sus acciones —terminé mi enredoso argumento.
—Una forma humano de verlo —comentó manteniendo su sonrisa.
—Si se refiere a humana por los defectos no lo niego —admití sin orgullo. No era bueno ser tan impulsiva, pero qué hacía, mis fallas me acompañaban a todas partes—. Por cierto, ¿dónde está José Luis? Me dijo que me explicaría algunas cosas, pero aún no llega —cambié de tema.
—Últimamente está ocupado... —habló para sí mismo volviendo la vista a su trabajo. Alcé una ceja sin comprender a qué se refería—. Con temas personales. —Frenó mi curiosidad. Asentí fingiendo no me interesaba.
Observé alrededor sin saber qué buscaba hasta dar con los papeles sobre la mesa. Apreté mis labios sin saber qué tan prudente sería hablar.
—¿Puedo hacerlo? —escupí de golpe volviéndome a centrarme en la realidad. Esta vez fue él quien no entendió, señalé con la cabeza las hojas que tenía en sus manos—. ¿Puedo hacerlo yo? —repetí ante su titubeo—. Quizás usted tiene otros pendientes y me puedo encargar —propuse sin saber en qué más podía servir, no parecía tan difícil comparado con el resto. Me equivocaba.
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Tu boca sabe a traición
Romance[Estreno 27 de Noviembre]. La vida perfecta de Jessica se desmorona la noche que descubre la infidelidad de su marido. Rafael no es el hombre que ella imaginó, detrás de su fachada de esposo ejemplar se esconden mentiras que la han mantenido en un f...