Phantomhive's Boy.

Prólogo.

Fanfic dedicado a  BelenMoreira8

[●●●]

- ¡Lo siento! ¡lo siento! ¡seré un buen chico! - Harry gritó cuando un empujón lo hizo caer al suelo.

Vernon no escuchó y Harry siguió llorando mientras se disculpaba y recibía la ira sin control y explicación de su tío.

《Por favor, por favor, Dios, por favor, Querido Santa, por favor, alguien, alguien... alguien 》

Harry solo tenía once años y se ahogaba en su propia vida.

[●●●]

Durante años, Harry pedía, le pedía a Santa que lo llevara lejos o que le concediera el amor de su familia, que no le diera comida, ropa o juguetes, pero que le diera amor.

Harry casi le rogaba en cartas por un poco de amor.

Solo un poco.

Solo... una pizca, con una pizca de amor a Harry le sobraba.

Su deseo nunca se cumplió.

Su querido Santa nunca contestó.

[●●●]

Harry no era un salvador.

Él necesitaba uno o se iba a ahogar.

Los villancicos siguieron sonando.

18 de diciembre, la nieve comenzó a caer mientras las lágrimas aumentaban y las canciones también.

[●●●●]

El 20 de diciembre, era un día inusual y que hacia temblar a Harry, por lo menos ese 20 de diciembre.

Privet Drive estaba mortalmente silencioso, Harry caminaba de puntillas por el pasillo de la casa o por cualquier lado, no queriendo ser el receptor de la ira de sus tíos al romper el silencio misterioso que llenaba la calle ese día. Sabía, que su tía Petunia y su tío Vernon aprovechaban para dormir en su habitación, Dudley había ido a casa de Piers (gracias al cielo) y solo él estaba despierto.

Todo era silencioso, tan silencioso que le ponía los pelos de punta a Harry, sentía que algo, algo no estaba bien. No sabía explicarlo.

Nunca supo hacerlo.

Entonces, cuando la porcelana chocó contra el suelo, Harry solo palideció, quiso vomitar y el terror lo inundó.

[●●●]

- Abre la puerta, Sebastián - su voz era dura, lo podría hacer él mismo pero si tenía a Sebastián, era mejor que Sebastián lo hiciera.

- Por supuesto -

La puerta se abrió y la sangre de Ciel hirvió.

En el fondo del pasillo, justo frente a la puerta, un hombre grande tenía a sus pies a un niño mientras lo golpeaba y Ciel notó la sangre en su piel tostada, también, notó los cristales en el suelo.