El fin de semana pasó, pero no estaba lista para volver a la escuela. Había descubierto cosas sobre mí misma que nunca me había atrevido a enfrentar. No sabía si lo que sentía era miedo de las respuestas o simplemente la sensación de que no valía la pena. Ni siquiera yo misma. En toda mi vida, nadie había mostrado un interés real en mí, y eso dolía, aunque no lo quisiera admitir. Tal vez por eso era tan agresiva y fuerte, como si ser así pudiera acercarme a Big Bob y ganarme su cariño, pero ni eso parecía ser suficiente para él.
Durante la mañana, el teléfono no paraba de sonar. Olga o Big Bob contestaban, ya que él había vuelto del trabajo, pero parecían asumir que no estaba en casa. No sabía quién me buscaba con tanta insistencia.
El lunes casi había terminado y yo seguía en mi habitación. Nadie se dio cuenta de que no fui a la escuela, ni salí a jugar, ni comí, ni hice nada. Aún estaba en mi pijama, con el cabello suelto y sin bañarme. Era como si fuera patéticamente invisible para todos. Pero en ese momento, me decidí. No iba a quedarme siendo nada. Me miré al espejo, vi mis propios ojos reflejados y me dije: "Helga G. Pataki, es hora de pensar en ti misma".Al día siguiente, fui a una visita de emergencia con la Dra. Bliss. Tuve que saltarme las clases para llegar a su consultorio. Me senté en el sofá, con un nudo atravesado en la garganta, incapaz de hablar. Ella rompió el silencio primero.
—Veo que hiciste tu tarea, Helga —dijo, mirándome fijamente.
—Eso me temo —respondí con tristeza.
—¿Y eso te tiene triste? —preguntó suavemente.
—No es solo tristeza... es como abrir los ojos. Me di cuenta de que mi realidad es fea —dije, sintiendo cómo las lágrimas querían salir.
—No es una realidad fea, Helga. Es solo la realidad. Lo importante es que te diste cuenta de que tu vida necesita mejorar, pero primero tenías que entender que...
—Que merezco cosas mejores —la interrumpí.
—Sí, Helga, mereces una vida llena de felicidad, alegría, amor y paz. Así que, cuéntame, ¿qué descubriste de ti? —me preguntó con ternura.
—Descubrí que no soy feliz. Que no soy esa niña agresiva que todo el mundo cree que soy. Soy especial. Me gusta el rosa, la música, el arte. Me encanta escribir y la literatura clásica. Disfruto los deportes y soy inteligente. Me di cuenta de que necesito exigir lo que merezco, que debo pedir perdón, y que quiero conocerme más a mí misma. Quiero presentarme al mundo tal como soy. Soy Helga G. Pataki, y quiero ser feliz. Quiero ser yo misma.
—Muy bien, Helga. ¿Cómo te gustaría empezar? —preguntó la Dra. Bliss, con una sonrisa suave.
Iba a empezar con mi familia. Se escuchaba que estaban en el salón, así que caminé hacia ellos y me paré frente a todos. No me notaron al principio. Con la voz apenas audible, dije:
—Yo también importo.
Nadie volteó a verme. Entonces, lo repetí, un poco más fuerte:
—Yo también importo.
Esta vez, me miraron extrañados. Big Bob fue el primero en hablar, con su tono gruñón de siempre:
—¿Qué dices, niña?
Respiré hondo y grité:
—¡QUE YO TAMBIÉN IMPORTO!
Sus ojos se abrieron de par en par. Los tres me miraban atónitos, incluso Miriam, a pesar de que ya tenía encima varios tragos. No pude detenerme a partir de ahí. Las palabras comenzaron a fluir sin parar.
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Free
FanfictionHelga estaba feliz, había conseguido ser novia de Arnold, después de encontrar a sus padres en San Lorenzo todo sería diferente