EL INTERROGATORIO DE PLATA.

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Y entonces el hombre postro sus manos sobre la fría mesa de acero, las extendió tanto como le permito las esposas y las abrió en señal de que no tenía nada en ellas.

-¿Enserio parece que yo la hubiera asesinado?, me encontraron en la misma casa que ella aguardaba para que ustedes la encontrarán... Sin vida, solo me involucre en una horrible coincidencia, porque dudarían de mí si yo les he dicho la verdad hasta ahora- dijo el hombre.

El oficial, que apenas estaba empezando el interrogatorio, tenía una corazonada, tan fuerte que él podría ser juez, jurado, testigo y abogado acusador de este hombre, tan fuerte palpitaba su sospecha que se quitó su abrigo de oficial federal, lo coloco a un lado y tomo la posición de una fiera cuando acorrala su presa.

-Para su mala suerte, yo no creo en usted, ¿Cómo es posible que esté viviendo con una persona y no haya escuchado cuando en medio de la noche 6 disparos le atravesaron a la mujer que usted le preparaba el café en la mañana? No podrá engañarme ¿Acaso sufre de celos señor?-

-Se que hay personas que asesinan a su expareja o su pareja actual solo por celos, no soportan la idea de un engaño, pero estas personas son volátiles, explosivas, solo saben lo que harán y cuando están viviendo la situación su mundo desvanece, huyendo de la realidad, no sufrí de ese espantoso sentimiento con Carmen, era una mujer demasiado inteligente y su composición facial la ayudaba en encontrar a las personas con quiénes entrometerse... No podía detenerla, sabía que era lo mejor para ella, cada quien es responsable de sus decisiones.- el hombre recogió sus brazos pero los dejo encima de la mesa

El oficial frunció una mueca de asco, recargo su lengua con unas pesadas balas de rencor y le pregunto al esposado:

-¿Sufrió, entonces, de algún trauma en la infancia? ¿Alguna fascinación por la muerte?-

-¿Traumas? ¿Muerte?- pregunto en un desconcierto el hombre -a los 9 años vi como mi hermano moría de un paro cardíaco mientras se ahogaba en el humo de un cigarrillo de hierva, a los 19 fui testigo como se realizaba el primer examen cerebral con un taladro y cuando estalló la maldita guerra estuve recluido 45 días en un hospital militar para después pasar 7 años en una maldita jungla y ver cómo los animales no le guardan empatía o respetó a la raza humana, ¿Cree que mis "traumas" serían solucionados con más desastrosa desquiciada violencia? No tenía motivos para matarla, no sufro de traumas y me siento incómodo con la idea de la muerte-

-¿Acaso después la intento violar? ¿Cree que acostarte con una mujer y después matarla te hace más hombre?- refunfuño el oficial

-No he tocado a Carmen en más de 10 meses, hubo un tiempo donde éramos demasiado apasionados, pero ella cambio, perdió el interés y dejó de buscar complacerse en mi... Por esa misma razón, deje de verla con los mismos ojos, al pasar los días, solo estás allí sentado mirando a alguien que crees conocer, que sabes cómo le gusta su café, como le gusta que guardes su ropa interior y que hasta conoces su familia pero... Simplemente es un recuerdo que rebobinas para no creer que vives con alguien que no sabes ni su nombre.-

El oficial levantó una ceja en un gesto de acusación y siguió:

-No se encontraron huellas o un rastro que seguir, fueron balas que como imanes parece que fueran atraídas a su punto de destino, no fue el trabajo de un idiota, fue el de un hombre que sabía lo que hacía, he estado aquí y no se ha referido a ella como su esposa o como alguien íntimo para usted, ni siquiera está consternado, un comportamiento digno de un maldito psicópata-

Se lanzaron unas miradas frías y el silencio lleno aquel lugar, el oficial creyó que por fin había podido doblegar a este caballero, el silencio era señal para que el oficial tuviera la ventaja, pero decidió esperar, a que este confesará lo que el oficial creía conocer.

Pero el caballero... inclinó la cabeza, dejo caer una lágrima y dijo con los ojos cerrados, negándose a sí mismo la realidad:

-Tal vez fue mi culpa... La dejé ir demasiado rápido, debí llevarle más flores y darle más de mi tiempo, simplemente nos dejamos matar por la distancia que teníamos, emocionalmente algo había tomado un arma y disparó contra nuestro amor, no sé porque todo tuvo que acabarse tan pronto, sabía que su color favorito era el azul del cielo, su lugar favorito era un café de aquella calle soleada y su perfume era uno costoso, pero al pasar el tiempo era más económico... Siempre compraba ese perfume- el hombre cerro con un poco más de fuerza sus ojos y una tras otra, las lágrimas se deslizaban por su profundamente dolido rostro, este siguió diciendo: -No existiría motivo para que yo la matará, la amaba demasiado para sentirme dueño de su vida, siempre estuvo inmersa en su mundo de elegancia, su tranquilidad le traía paz a mi vida, ella era como la luz de la madrugada que atraviesa los cristales de mi casa, es la pieza que falta para completar el paraíso- el hombre, rompió en llanto y bajo una mirada que dictaba la sentencia le dijo al oficial: - ...Me hubiera gustado morir junto a ella... No ella morir completamente... Sola-

El oficio, conmovido, tomó asiento, desenfundó su placa y la puso enfrente de él, toda la academia, todo entrenamiento... Todas las corazonadas, jamás lo hubieran preparado para lo que estaba presenciando, tenía su alma tan destrozada.

En aquella placa, lúcida con orgullo y entregada con honores simplemente le enseñó que lo que lo estaba haciendo hombre... Simplemente lo estaba convirtiendo en un animal...

La Profundidad del VacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora