ANDREE

18 1 0
                                    

Comencé a caminar detrás de, el tratando de seguirlo cuando en un instante sin  siquiera darme cuenta comenzó a correr y en un abrir y cerrar de ojos se perdió de mi vista, quise regresar pero había olvidado el camino ya que todos parecían iguales a simple vista, camine sin rumbo alguno, cuando por fin llegue a un pequeño lago del cual no sabía su existencia.

 Llegue a la orilla y restregué un poco de agua en mi cara para quitar la suciedad y el sarro, observe mi reflejo en el agua, el cual se veía un poco borroso ya que unas nubes avían tapado aquella luna resplandeciente. 

Sentí  la fría brisa traspasar por la delicada tela de mi pijama, lo cual hiso a mi piel erizarse, cerré los ojos y apreté los labios al sentir una ráfaga mas fuerte sobre mi y al abrirlos, me tope con el reflejo de aquello que me trajo hasta aquí.

Levante la mirada y ahí estaba arrodillado aquella persona a la cual estaba siguiendo, sentí miedo repentinamente al notar su mirada sobre mi ya que aquellas perlas violetas no estaban, sino un color carmesí era el que ocupaba su lugar. Una sonrisa de lado se asomo por su rostro, se levanto justo en el momento en que la luna era descubierta nuevamente y entonces lo vi.

Un joven de cabello blanco, muy apuesto, era más alto que yo, llevaba puesto un traje negro muy bien arreglado, y una parte de su bien formado pecho se asomaba por la abertura que se formaba de dos botones no abrochados, me sonrió mucho más abiertamente, quise devolverle la sonrisa pero esas perlas carmesí y ese cabello me intimidaban demasiado, aclaro su garganta al ver que su presencia me paralizaba.

-Creí que jamás te volvería a ver querida – dijo con una voz suave acompañada de una gran sonrisa, al ver que no contestaba prosiguió

-No me recuerdas verdad ELSA?

-Y-o, y-o no soy Elsa – conteste tartamudeando ante su pregunta

-Es sorprendente lo que un par de cables pueden hacer, verdad querida?

-disculpe pero yo no lo conozco – dije mientras comenzaba a retroceder, por el miedo que me empezaba a consumir por dentro

-Es una pena tener que matar al último ángel blanco, de esta tierra o más bien a lo que queda de él – dijo con un tono amenazador y comenzando a caminar a mi dirección

Comencé a correr a otra dirección tratando de perderme en el bosque, para que me perdiera de vista pero me era imposible él seguía detrás de mí, cada vez más cerca, seguí corriendo lo más rápido que pude, hasta que escuche su voz a solo centímetros de mi

-No puedes huir querida

Trate de apresurar el paso pero mis piernas cada vez se sentían más pesadas del cansancio hasta que tropecé con algo y caí al suelo mientras apretaba los parpados, al abrirlos unas zapatillas negras bien lustradas se posaban frente a mí, levante la mirada mientras caía de espaldas por el miedo que esos ojos carmesí me provocaban

-Y mucho menos de la oscuridad - dijo apenas en un susurro antes de desaparecer con su gran sonrisa entre las oscuras sombras de la noche.

Mire el lugar por donde él había desaparecía hace un momento, mi mente me decía que corriera lo más lejos que pudiera, pero mi cuerpo no respondía a mis suplicas de correr se había paralizado ante el miedo y la sorpresa de lo que acababa de ver, entonces escuche nuevamente su voz en mi cabeza, pero esta vez no lo veía

-Yo correría por mi vida cariño, haría más divertida tu muerte

El miedo se apodero de mí, me levante y empecé a correr no tomando en cuenta sus últimas palabras, corrí, corrí y corrí, esquivando y golpeándome con todo a mi paso, mi pijama se había rasgado dejando al descubierto mi abdomen y uno de mis antebrazos, los cuales me ardía por los pequeños rasguños de algunas ramas al pasarlas, sin darme cuanta tropecé con una raíz y caí en cuclillas, haciéndome daño en los brazos y rodillas, golpe un gran árbol, el cual evito una caida más dolorosa.

MI ANGEL NEGRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora