capítulo 15

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No sé que pasaba con Abdel, estaba distraído, casi no me hablaba o no respondía las llamadas y eso me emputada muchísimo. ¿Qué se pensaba?

Así que con todo el derecho de ser su novia y teniendo llave de su habitación, lo esperé en la cama dispuesta a enfrentarlo. Pasó al menos dos horas hasta que la puerta se abrió, todo estaba oscuro, yo lo ajustaría.

Me escondí detrás de una pared, pero escucho su voz.

—Si, ya he comprado el vuelo, me iré, volveré con ustedes, quiero estar con mis hijos.

¿Hijos? ¿Abdel tiene hijos?

El corazón se me rompe de la nada y los latidos siguen presente, me oculto la boca, el temor aumenta. No, no es posible, esto no puede estar sucediendo.

—Cuidate.

Tras colgar enciende la luz y salgo derrotada pero sin llorar, quiero escuchar lo que dijo, lo quiero saber de nuevo.

—Abdel... ¿Qué has dicho?

Se asusta y toca su pecho, me mira fijamente, espero que reaccione de otra manera que me diga que es una broma, pero no es así, su reacción me deja todo claro, ha bajado la cabeza caminando hasta la cama, en donde se sienta.

—Abdel... —camino hasta él y me arrodillo entre sus piernas, las lágrimas quieren salir pero me niego aceptar esto.

—Mi gabito, lo siento mucho, Abdel tener familia, tener esposa e hijos, tener que irme, tener que volver Gabo, pero... Si te...

—No, no puede ser que me hayas visto la cara de imbécil.

Me levanto y camino de un lado a otro, lágrimas mojan mis mejillas y caen gruesas deslizándose por mi cuello.

—Abdel, no me lo dijiste, jugaste conmigo, ¿cómo pudiste negar a tu familia? ¿Cómo pudiste mentirme de esa forma? Eres un maldito cabrón de mierda, me usaste. Me hiciste enamorar de ti y ahora me abandonas.

Intenta acercarse pero le doy un empujón, lo alejo y camino hacia atrás limpiando todas mis lágrimas. Porque me duele pensar que me usó.

Y se arrodilla mirándome suplicante.

—Perdóname, te he lastimado, pero yo prometer que regresar pronto por ti, volveré por ti mi Gabito, esperame.

Me río negando con la boca mojada y salada.

—No puedo creerlo, eres un puto mentiroso, me arruinaste. Por mi no regreses, no vayas a dejar a tu familia por mi, porque no es lo que deseo, eres un cabrón, te odio. No me busques.

—Gaby por favor, amor, no me dejes, yo vuelvo.

Salgo corriendo de allí envuelta de lágrimas y dolor, me duele que me haya apuñalado el corazón de esa forma.

¿No que era un hombre perfecto?

¿No que no engañaba y era muy correcto?

Maldición, no es posible que me haya hecho esto. No me lo creo, tiene que ser una puta pesadilla.

Como puedo me voy a donde Alisa, deseando llegar, rogando estar con ella y pedirle un abrazo.

...

He llegado a casa, destrozada, sin parar de llorar. Me duele mucho el corazón, me duele como nunca. Me duele porque lo amo y me hace esto.

—Alisa, por favor ven — la llamo y la busco, pero no está.

Tomo una botella de Ron y enciendo la música. Me siento en el suelo y canto dejando que el dolor siga avanzando, que las lágrimas sigan mojando mi rostro.

Lloro, porque me lastimó. Porque le creí, yo si creí que tenía el hombre perfecto. Pero que ilusa, eso no existe, la perfección no es real.

Él no lo era.

Fue un farsante que me destrozó.

Y tomo más de la cuenta sintiendo como el alcohol hace su efecto.

Hasta que la puerta es abierta, es mi amiga. Me mira confundida.

—Hola amiga querida.  ¿Escuchas esa canción? —pregunto y enseguida empiezo a cantar— "Eres casi el hombre perfecto
el que yo imaginé en mi sueños
de los que rara vez se pueden ver
debiste nacer en año bisiesto.

Tu serías el hombre perfecto,
pero solo tienes un defecto....
que no eres soltero."

Tomo de nuevo y el llanto me gana.



—¿Qué pasa? ¿Por qué tomas?

—¡¿Qué pasa?! ¡Abdel está casado! Mi Abdel...— rompo a llorar de nuevo y tiro de su brazo, ella cae al suelo. La abrazo y la invado de lágrimas—. Abdel tiene esposa, Alisa. Abdel no me ama. Sólo fui un juego.

—No digas eso, Abdel te ama.

—No, él dijo que está casado y tiene hijos. Se va para donde su esposa y me deja, Alisa. Él me deja.

Seguía llorando y sentí una enorme tristeza. Sabia que ella no entendería.

—Él te ama, él volverá.

La miro confundida, ¿cómo actúa tan normal?

Me alejo de ella, parece que lo sabe todo.

—¿Lo sabías? Sabías que está casado y no me dijiste. ¿Por qué?

—No, yo me enteré hoy. Es que él...

—¡No, mala amiga! Te odio. Me hiciste enamorar de un maldito árabe casado. Te odio.

Me levanto dispuesta a marcharme y me detiene.

—No te vayas, escuchame Gaby.

Intentó abrazarme  y la empujé haciéndo que caiga en el suelo.

—Lo podría esperar de cualquier persona, menos de ti —espeté molesta. Me duele mucho que mi propia amiga lo supo y no me lo dijo. Esperó que yo lo supiera por mi cuenta.

Me fui a casa de mis padres sin explicar nada y me acosté en mi antigua cama, llorando mares, deseando morir. Pero no, no le daré ese gusto, Abdel no merece que yo muera, yo merezco seguir, ¿pero como hacerlo cuando me ha destrozado el corazón?


Apago el teléfono y me olvido de todo, de la gente que me rodea, absolutamente de todos. Estoy enojada con Alisa aunque no tenga tanta culpa, ella solo debió decirme y yo hubiese ido a enfrentarlo, pero me dolió, y sé que dolería de ambas formas.

Porque Abdel no tiene idea del dolor que me ha dejado. No tiene una maldita idea de lo que siento. Tal vez se esté riendo ahora mismo de mi, lo aseguro, porque fui solo un juguete, fui real.

Su juguete real.

Maldición.

Enseñame a ser tuyo (Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora