Prósperas de un año nuevo, de una deliciosa cena y armónicas vibras se acercan. Nezuko se encuentra afuera de la finca limpiando los vidrios de las ventanas con prisa debido a que los espadachines llegarían en cualquier momento a comer, y a petición de Aoi, todo debía estar en orden y limpio.Algo exhausta se toma un respiro y baja la mirada. Todos los días era lo mismo, no estaba agotada de su rutina, solo le resultaba aburrido.
—¡Aoi, Aoi! ¡Inosuke no quiere darme el paño para limpiar! —Exclama una voz infantil desde dentro de la finca.
Nezuko se hizo de oídos sordos. Era de todo los días escuchar a las niñas quejarse de Inosuke y sus juegos agresivos, aunque a pesar de todo, es de gran ayuda tenerlo durante el invierno.
—¡Inosuke Hashibira, ve a talar leña para la cena!
—¡No me des órdenes!
Últimamente Aoi e Inosuke se encuentran más unidos que de costumbre, era algo sin duda fuera de lo normal con el ego de ambos y carácter pesado.
Ahora que lo recuerda, ha estado pensando demasiado en los demás que no se da cuenta de lo que a ella le gusta o disgusta hacer.
Un rubio de mechones rojizos se fue acercando por atrás con serenidad. Al verla guardó frágilmente una flor de pascua dentro de su yukata. No le gustaría sólo llegar y obsequiársela sin más.Es un detalle.
Nezuko se encuentra inmóvil, mirando fijamente su reflejo en el vidrio que terminó de limpiar. Tanta es su perdición en sus pensamientos que no se percató de la presencia del muchacho que se halla a su lado.
—Nezuko.
—...
—¿Nezuko? —le toca el hombro.
La mujer voltea asustada y retira la mano del chico por impulso. Realmente le asusta el hecho de ser sorprendido de esa forma.
—¡Lo siento!
—Oh, Senjuro, lo lamento. Estaba pensando en...
Esta se queda callada y desvía los ojos de los del joven.
—Tranquila, no es necesario que me digas —le dedica una media sonrisa.
—Bien... —lleva la vista a los vidrios para seguir limpiando—. ¿Vienes a comer?
—No realmente.
La Kamado se yergue de puntas intentando limpiar los vidrios más altos. Senjuro nota el esfuerzo en vano que hace la Kamado y decide en acercarse más a ella.
—¿Te ayudo?
La cercanía de ambos es tanta que al voltear el rostro para mirarse se volvió en abochornante momento de vergüenza.
—¡Lo siento!
—¡N-no, yo lamento acercarme tanto!
Él se cubre la boca con el reverso de su mano para ocultar su pena y la de orbes rosados ríe divertida. Después de eso, el Rengoku extiende su mano para que ella le entregue el paño.
—La verdad es que sí necesito ayuda —le entrega el trapo—. Gracias...
—No hay problema, para mí es un pla...
—¡Nezuko! ¡Nezuko!
Una melena rubia se acercó con rapidez a ella desde la entrada de la Butterfly State. Senjuro el mirarlo hace un gesto de angustia, juntando sus cejas de una manera que lo caracteriza. Verlos juntos no era nuevo, Agatsuma siempre estaba un paso delante de él. Volteó ignorando el momento y empezó a limpiar sin siquiera pensar más en ellos.
—¡Encontré esta flor y pensé en ti! ¡Tómala!
Zenitsu le ha entregado a la azabache una hermosa flor roja, con un tallo demasiasdo verde y hojas grandes. Se mira verdaderamente linda y fresca.
—Gracias, Zenitsu —la toma con una sonrisa—. Pasa, los demás están esperando para comer.
Nezuko lo acompañó al cancel para entrar. Ambos hablaban y reían amistosamente. Senjuro al ver tal escena comienza a sentirse nostálgico, con una inmensa tristeza que al cerrar los ojos con un poco de fuerza puede sentir la humedad sobre sus pestañas.
¿Por qué ese sentimiento es tan horroroso?
Lo detesta profundamente. No era solo debilidad, se sentía demasiado inferior, como si lo que quisiera siempre estuviera muy lejos. ¿Eso era el dolor de una desilución o simplemente ya era una maldición?
—Senjuro —le llama.
—¿Ah? —la mira.
Al momento de voltear, Nezuko levanta su mano, la pasa sobre su frente y levanta sus cabellos sutilmente, dejándolo absorto.
—¿Estás bien?
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Noche Buena [SenjuNezu] ©
Fiksi PenggemarLa navidad se acerca con ansias, el ambiente a fiesta se percibe en el aire, la noche de paz y el amor florece tan rojo y puro como la noche buena. Senjuro, cautivo en sus sentimientos, en su tristeza y soledad, no creía algún día poderle decir lo q...