Se puede decir que Raquel Murillo tiene todo lo que las personas desean tener a los cuarenta. Una bella casa, una buena hija, un sueldo razonable. Pero también tiene un ex marido de lo peor y para su inconmensurable mala suerte tendrá que convivir con el más seguido. Su carrera como inspectora va a tope y es admitida como profesora de derecho penal en una de las universidades más bien evaluadas de Madrid, justo ai estaba su problema. Iba a trabajar con el boludo de su ex que ministraba clases de Ética, eso era una puta contradicción de la vida.
Dejó su casa temprano y siguió para la comisaria. No podía centrarse en su trabajo, a la tarde iba ministrar su primera clase y seguro se toparía con Alberto. Trato de calmarse respirando profundo para amenizar la ansiedad. Termino su turno y la verdad es que no había hecho nada de lo que pretendía en la comisaria, su cabeza estaba muy pesada solo por pensar que iba a tener que convivir diario con semejante pedazo de imbécil. Pasó en una cafetería a por un café bien cargado y sin azúcar, en seguida fue recoger a Paula. Los ojos tranquilos y las charlas ligeras de la niña hicieron que se calmara un poco, la pequeña rubia era su solecito, hacía que las cosas tuvieran sentido, le alegraba el día por más jodido que este estuviese.
Después de dejar Paula en la casa con su madre, se fue a la universidad. Siempre con algo de preocupación, su madre era muy mona pero muy tonta también. Quizá Mariví no fuera el problema y si sus cuidados excesivos, Raquel se había acostumbrado a tener una vida muy reguladita. Era la ama de casa, la buena hija, la buena esposa, la buena madre. Una de esas mujeres de postura intachable. La verdad es que ni siempre fue así, solía ser una tía muy intensa y irreverente, el matrimonio y la maternidad cambian muchas cosas. A veces no entendía lo que había hecho mal para que Alberto le traicionara, había intentado ser todo lo que pensaba que sería lo suficiente para él. Y aun así no le basto. Empezaba, una vez más, su martirio diario preguntándose lo que había hecho mal.
Bajo de su Ecosport negro y paso a la sala de profesores, que era dominada por hombres, entre ellos estaba Alberto junto a un rubio alto de bigote, un gafapasta barbado y un tío muy elegante.
- ¡Buenos días! – los saludó.
- ¡Buenos días! – contestaron en unísono.
- Así que eres la nueva – dijo el rubio – Es un placer, me llamo Marsella.
- ¿Cómo la ciudad? – preguntó entablando una conversación se veía que el tipo era simpático.
- Sí, te presento a Sergio y Andrés. – dijo señalando el tío con gafas y el otro con cara de estirado – Son muy calladitos al inicio pero no te creas. Ese es ...
- Alberto. – dijo Raquel con una risita forzada – lo conozco desde hace años.
- ¿Ah, sí? Interesante. – dijo Marsella – ¿Y se conocen hace mucho?
- Pues lo suficiente para haber estado casados. – dijo juguetona, no quería que el clima se pusiera tenso. Se puso un café y se juntó con sus compañeros.
- ¿Cómo es eso? – pregunta Andrés – Pero solo tu pedazo de gilipollas para dejar escapar una mujer así. Con todo respeto eh, Raquel. – en el fondo a Raquel le había gustado el comentario de su colega, dejo escapar una sonrisa que de pronto molestó a Alberto.
- Bueno, pues dice la sartén al cazo. ¿No? – provoco el rubio.
- ¿Pero de que hablas? – preguntó Andrés.
- Pues de la pelirroja más guapa del instituto.
- Será guapa, pero tiene un genio. – dijo Alberto, y de pronto la pelirroja ya le gustaba a Raquel.
ESTÁS LEYENDO
Dark Side (Ralicia)
FanfictionComo se viste el diablo? Raquel tenía certeza que suele usar tacones Louboutin de color rojo y blusa de seda blanca Valentino. Raquel Murilllo es una mujer de quarenta años recién divorciada, una de las inspectoras con más experiencia de Madrid y ac...