capítulo 5: encuentro inesperado.

117 19 9
                                    

Sonríe cálido, intentando transmitir una felicidad que no contiene. Solo muestra sus dientes para dar una buen imagen de pura cordialidad, la mejor que puede.

El flash de la cámara le ciega por unos segundos, pero no parpadea, mantiene su porte firme e indoblame, respondiendo con meros monosílabos exactos algunas preguntas tontas de los reporteros. Hay alrededor de veinte personas a su alrededor, conformadas por reporteros y camarógrafos, intenta dar su mejor cara para la portada de la sección “salud” del periódico de mañana.

Pasan alrededor de veinte minutos hasta que logra hacer un corto para huir –de la manera más casual posible– sus mejillas duelen de tanto sonreír y la corbata le incomoda de sobremanera.

Camina tranquilo hasta llegar al hospital más cercano, claro que hablamos de los que abarcan su empresa, e ingrasa sin llamar mucho la atención. Apenas son las tres de la tarde así que no hay mucha gente, usualmente es el horario de tomarse una siesta.

Todas las instalaciones tenían una pequeña oficina para poder relajarse o dirigir desde allí, obra del capricho de Fugaku.

Con pereza se deja caer en la silla vieja que está frente al escritorio, para su sorpresa el lugar está limpio, hasta podría decir que usado. Suspira, quitándose la corbata, que al rosar su cuello quita parte del maquillaje, dejando a la vista que hay unos parches escondidos allí.

Porque para el mundo el es un Alfa.

De vez en cuando se pregunta ¿Como debo oler? Pero descarta la idea de saberlo de inmediato. Toda su vida luego de que descubrió su segundo género a usado supresores y parches, así que ni el mismo tiene una mínima idea de cuál es el aroma que lo caracteriza.

Un picor ya bastante conocido se hace presente en sus glándulas de feromonas y suelta un suspiro cargado de frustración ¿Tan rápido? Sentía que sus pastillas cada vez tenían un menor tiempo de efecto y eso le exasperaba.

Palpea sus bolsillos en busca de sus pastillas pero solo encuentra su celular.

– ¿Eh?... – un susurro confuso se escapa de sus labios y vuelve a palpar. No están. – Seguro se me cayeron cuando huía.

Bueno, es un hospital, deben tener de los supresores, aunque sean de alguna baja calidad. Está dispuesto a levantarse cuando escucha unas voces fuera del lugar, eso lo confunde. Nunca a tenido los sentidos tan encendidos, hasta puede jurar que percibe los aromas contrarios aún con la puerta cerrada.

¿Desde cuándo la pastilla le había dejado de hacer efecto para estar así? Recién se había percatado del picor, pero seguramente por la conmoción de antes no tuvo tiempo para notarlo, quién sabe.

– ¿Estás seguro, Shikaku? – pregunta una voz fuera de la oficina, una voz que reconoce.

– No te preocupes Tobira, vengo siempre a pasar el rato. – la otra no la conoce, pero tiene un tono perezoso.

– No me digas Tobira.

– Lo siento, es más fácil de decir... No pierdo tiempo diciendo el ma...

La puerta se abre, dejando ver a dos hombres, los dos con el uniforme privado de la clínica. Tobirama y un tipo que se parece mucho a Shikamaru. Sasuke deduce que debe ser su padre.

Los tres se quedan mirándose por unos segundos, procesando la información.

– Acaso este chico no es... ¿Itachi Uchiha? – pregunta Shikaku, rascándose la nuca con una pizca de incomodidad.

Tobirama le mira como si hubiera marcado su sentencia de muerte, pero al parecer Sasuke no toma represalias, no es la primera vez que lo confunden con su hermano por lo que está más que acostumbrado.

– No. – tan tajante que parece que el ambiente se enfría.– Senju.

– ¿Sasuke?

– ¿Donde tienen los supresores aquí? – no tiene ya porque ocultarlo, seguramente el Nara notó sus parches.

– Shikaku, espérame, lo voy a compañar.

Los dos salen de la oficina y rápidamente Tobirama pasa su brazo por los hombros de Sasuke. Éste último le mira enarcando una ceja en completa confución.

A decir verdad Tobirama tampoco se entiende, el no es de dar muestras de afecto, y algo dentro de él le dice que esto no se trata de eso. Desde antes de entrar había sentido un aroma suave, tan suave que no podía percibir de que era exactamente y al entrar estaba Sasuke, así que en todo caso, el aroma provenía de él, el hecho de que le haya pedido los supresores solo confirmó sus sospechas.

Aún así, eso no escusaba sus acciones. Un bajo instinto dentro de él le pidió que ocultara el aroma del chico, tal vez porque sabía que Sasuke quería mantener ello en secreto, o porque se sentía responsable al ser su psicólogo, quién sabe.

En ese preciso instante en que dejó sus pensamientos y prestó atención a la presente realidad, se dió cuenta.

El aroma de Sasuke. Olía a moras, moras con azúcar. Algo bastante contradictorio ya que al Uchiha no parecía gustarle lo dulce.

Se dispersa un segundo, tomando una respiración profunda para inalar más de aquel aroma, haciéndolo pasar por un suspiro para que Sasuke no lo acuse de acosador o algo por el estilo.

– ¿Senju?

– Eh si... Por aquí, Sasuke. – Indica una puerta blanca, esta no tiene el cartel al lado que indica cual consultorio es.

Los dos entran, y Tobirama le tiende una cajita con pastillas azul claro a su acompañante, están apiladas en un estante y la caja confirma que son supresores.

Sin necesidad de agua o algún otro líquido se traga dos, sorprendiendo al albino, aunque era obvio la facilidad que tendría ya que las toma hace años. Solo bastan unos segundos para que el aroma de Sasuke desaparezca como si nada, aunque el alfa dentro de Tobirama está gustoso al mantener un poco de aquel exquisito aroma en el brazo zurdo de su uniforme.

¿Que mierda le pasaba? hace una mueca de disgusto hacía los pensamientos de su segundo género, una mueca que Sasuke percibe.

– ¿Sucede algo, Senju?

Justo ahora se da cuenta de cómo se dirige hacía el, Senju.

Cree que en toda su vida nunca a odiado tanto su apellido. Si lo pensaba bien, Sasuke nunca lo llamó ni por su nombre o por su apellido durante todo el tiempo que van. Tal vez que lo llame por Senju es un todo un logro, pero no le gusta ese logro.

– Llámame Tobirama. – un susto le recorre la espalda al darse cuenta de sus propias palabras. Era una orden. Menos mal que no usó La voz.

– ¿Porqué debería? – Con su característico tono rebelde, le hace frente dando un paso hacía el albino.

– Podrías hacerlo.

– ¿Donde fue ese supuesto hombre inquebrantable e inrefutable? – Le sonríe burlón, ah... Si tan solo Sasuke supiera que con esa sonrisa hace estragos al alfa interno del mayor.

– Sasuke. – voz gruesa, que suena como una reprimenda, sale de lo más profundo de su garganta mientras se acerca despacio.

El azabache le mira con una ceja en alto y su sonrisa altanera, creyendo que Tobirama se le intenta hacer frente a él, sin feromonas, o cualquier otra cosa que tenga que ver con su segundo género. Solo como persona.

Por culpa del supresor no puede notar el aroma pesado a café que hay en el ambiente.

– Oye, Tobira, ya le mostraste el chico dónde... Uf, ¿Interrumpo algo?

Lo mata, lo va a matar, no hay duda.


BuenOoo acá les dejo el cap más temprano de lo usual por los 300 seguidores!
Tenks.✨

Psicología amorosa. tobisasu omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora