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Lev nunca dejó de entrenar con Yaku después de perder contra el Karasuno lo único que hacía era practicar y practicar con el mayor.

Más bien se veía más decidido a mejorar.

No quería rendirse, no podía rendirse.

Simplemente su corazón le decía que no.

Antes era el mayor quien lo obligaba a practicar día tras día para mejorar, ahora era Lev quien lo seguía para aquello.

Todo el equipo se estaba dando cuenta del leve cambio que estaba teniendo con el pasar los días, nadie comentaba nada para no hacer que el chico alardeara de sus mejoras.

Irónicamente, el único que no se daba cuenta de ese cambio era el propio Lev.

En muchas ocasiones Lev no se daba cuenta de sus propios méritos, estaba tan acostumbrado a los gritos o los reclamos de sus compañeros que se extrañaba cuando lo apoyaban o simplemente guardaban un pacifico silencio.

—Yaku-san, una vez más. —Pidió Lev en aquel entonces.

Ya casi todo el equipo había guardado sus cosas y se dirigían a los vestuarios.

Solo faltaban ellos dos.

Yaku simplemente le lanzó el balón justo en el rostro a lo que Lev se quejó.

—¡También debes descansar el cuerpo, idiota! Un descuido y vas a salir herido. —Exclamó su Senpai.

—¿Eh? Pero si no volveré a jugar con Yaku-san, debo aprovechar todo el tiempo que nos queda juntos.

Lev volvió a sentir un pelotazo en el rostro.

—¿Y ahora qué hice? —Se molestó Lev.

—Dijiste una vez más... No estabas pendiente. —Se rio su Senpai.

Después de eso todo el equipo estaba de camino a casa.

Yaku como siempre discutía con Kuroo por cualquier bobería que haya dicho el otro chico, no solo el más bajo regañaba a Lev.

Había momentos en donde se lamentaba la vida del chico de cabello oscuro.

Se despidieron de los demás y tomaron rumbo a casa.

—Realmente pronto se acabará.

—¿Qué cosa, Yaku-san?

El mayor miraba el cielo, no podían ver ninguna estrella. Las luces de la cuidad siempre dañaban aquello.

Aun así Yaku vio aquel cielo como si fuese de lo más precioso, su mirada mostraba una mezcla de nostalgia y alegría.

—Me voy a graduar Lev, los días de prácticas se acabarán. Al menos con el Nekoma que conocemos.

Lev todavía no quería pensar en ese día, realmente le tiene cariño a los de tercero.

—Oh...

—Exacto "Oh". —Comentó sin muchas ganas Yaku.

—Es triste, pero... Es parte de crecer ¿No lo cree? —Razonó Lev—. Es normal, no lo podemos evitar... Aunque no por eso debemos separarnos.

Yaku lo observó como si fuese la cosa más extraña del mundo.

—¿Acabas de decir algo coherente?

—¡Yaku-san, no sea tan malo conmigo!

Nuevamente escuchó la risa del mayor.

Muy pocas veces compartían el mismo camino a casa y solos, usualmente Yaku se iba en tren para llegar a casa. Sin embargo, esa vez estaba caminando con Lev y no fue porque quería compartir con chico más joven.

No, por supuesto que no.

Simplemente las líneas estaban malas y tuvo que caminar, solamente por eso.

Aunque Lev realmente apreciaba eso, disfrutar hablar con su senpai es algo bastante gratificante.

En ese entonces, Lev todavía no entendía de donde salía ese nerviosismo que a veces lo cargaba en el pecho al hablar con Yaku.

Tampoco es que lo haya olvidado en la actualidad, ya que ahora lo reconocía por completo.

Y se le estaba complicado cada vez más imaginarse cosas coherente respecto a su senpai.

¿Es un viejo amor posiblemente no correspondido? Tal vez.

¿Lo ha superado? No lo sabe.

¿Se va a confesar? Sigue en sus planes antes de llegar al Año Nuevo y que todo vuelva a estar en esa pequeña caja que lo está matando de a poco.

Nunca creyó en esa leyenda de que si sufrías un amor no correspondido crecerían flores en tu estómago y las vomitarías, aunque Lev estaba sintiendo eso últimamente.

Las constantes llamadas de su hermana mayor, la cual estaba preocupada por su situación y quería apoyarlo lo mejor que pudiera, aunque realmente ninguno de los dos sabía.

El hecho de que alguien sepa sobre sus sentimientos lo alivia bastante, como si un peso de encima se quitara, aunque todavía faltaba bastante para eso.

Seguía el nudo en la cargando y el dolor de cabeza, pero al menos podía caminar con mucha más comodidad.

Se estaba liberando poco a poco de las cadenas que él mismo se había puesto años atrás y ocultaba con una gran sonrisa en su rostro.

A veces pretender ser una cosa sale completamente lo contrario y suele ser más doloroso de lo que en un inicio se planeó.

Fingir siempre causará dolor y mientras más trates de ocultar lo que sea que quieras... Ese dolor se acumula.

No importa si te diste cuenta o no.

Siempre habrá una opresión en el pecho.



Hello, una disculpa por lo tarde y que el capítulo sea corto, he tenido problemas... Mi perro está enfermo y me he sentido mal últimamente por eso, debido a esto he estado muy distraída.

Falta poco para que se acabe este libro...

Gracias por su paciencia.

Sin nada más que decir...

Nos leemos ❤️

l Can't Sleep // Haiba LevDonde viven las historias. Descúbrelo ahora