PIECES

Epílogo

"En toda oscuridad hay una luz.
En cada lucha, hay una solución.
En toda fé, hay esperanza."

* * *

Cinco años después.

Hinata caminó lentamente por el corredor, dirigió la mirada hacia el patio trasero y observó a sus hijos jugando en los columpios que Sasuke había construido con el fin de evitar peleas absurdas.

-¡Es hora del almuerzo! -gritó desde la puerta trasera y vio a Shinji y Hisao lanzándose de los columpios.

-Mamá, -la voz ronca del pequeño Seki la hizo voltear -¿Puedo comer sopa de tomate?

Hinata sonrió y revolvió el cabello del pequeño quien ahora tenía 5 años.

-Por supuesto -la ojiperla dijo esto y comenzó a caminar hacia la cocina seguida por el infante de cabello y ojos negros.

-¡Sarada! ¡Boruto! -llamó a los casi adolescentes desde la cocina. -¡Llegaran tarde a la puerta de la aldea para su misión! -Regañó.

-¡Ya vamos! -escuchó la respuesta de la Uchiha.

Mientras sus hijos mayores bajaban ella preparó sus respectivos alimentos y los empaquetó cuidadosamente.

-Nos vamos, mamá -dijo el rubio y le dio un beso en la mejilla como despedida.

-Cuídate, mamá -dijo Sarada y abrazó a la peli azul mientras le daba un beso en la mejilla también.

-No olviden la comida -les entregó sus bentos y cada uno lo metió a su mochila.

Caminaron hacia la puerta mientras Hinata les aconsejaba permanecer juntos y cuidarse entre ellos, pues además de ser equipo eran hermanos.

-Adiós, mamá -dijeron al unísono. -Adiós Seki -agitaron la mano a modo de despedida.

-¿Y de nosotros no piensan despedirse? -Se quejaron los mellizos entrando al recibidor.

-Lo siento, Shinji -se disculpó el Uzumaki -no pensamos verles ya que estaban en la academia.

-Hemos llegado hace un momento -dijo Hisao haciendo un puchero.

-Prometo que cuando regrese entrenaremos juntos -dijo la Uchiha mayor mientras acomodaba sus lentes.

-Siempre dices eso -se quejó la menor mientras miraba a su hermana con sus hermosos ojos dispares.