CUARTO CAPÍTULO

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Edición 2023

De pronto sintió un apretón en el brazo y seguido la echaron hacia atrás, del abrumo solo pudo distinguir una espalda vestida de camisa azul.

—Pensé que… está bien, pues. Claro —la voz era del chico con acento que desconocía, Jesús Cristóbal.

—¡Aléjate! —le gritó Angelina tomándola también del brazo para llevársela.

Marilyn seguía confundida y si miraba muy bien a un metro tenían a tres osos enormes.

—¿Qué te pasa? La estoy tratando de proteger —le replicó Jesús Cristóbal quien detuvo su mirada de los osos.

Marilyn se sostuvo de la camisa azul.

—¡Tenemos que irnos, déjate de tonterías y de tentar a esos animales! —le gritó Angelina.

—Créeme que si no es por mi te comerían viva —reveló siendo áspero.

Angelina estaba aterrada, pero enojada con Jesús Cristóbal, y al mismo tiempo queriendo sacar a Marilyn de la escena. Rodolfo ni siquiera ayudaba.

Los osos se acercaron rodeando a los cuatro obligando a Rodolfo a acercarse a los tres.

—Nos van a comer —murmuró Rodolfo en shock.

—No nos van a comer —le repicó Jesús Cristóbal.

—Por lo menos me comí una hallaca ayer —dijo Marilyn aceptando su fin.

—Cállate chica —le dijo Angelina—. Si corremos tenemos una baja probabilidad de ir hasta el carro y salvarnos.

El mismo oso negro que se habían conseguido hacía unos minutos profirió un rugido agudo hacia Jesús Cristóbal, él se tocó la sien con dos de sus dedos de forma seria. Y para sorpresa de todos le echó una garra a Marilyn en forma de saludo teniendo que ella chocar con su mano, intuyó que no le haría daño e incluso eso le pareció claramente aterrador. Los otros tres rugieron y le hicieron una especie de venia e ignoraron a los otros dos antes de irse en un trote rápido.

—Eso fue muy raro —dijo Angelina.

—Me tocó un oso —resolló Marilyn—. Pero viví.

—Nos vamos ya —dijo Rodolfo que se giró hacia el jeep.

Jesús Cristóbal detuvo a Marilyn poniendo una mano en la asa de la maleta.

—¿Quieres irte con ellos? —le preguntó.

—No pienso quedarme aquí y que vuelva. Estoy segura en el campamento. Ningún otro taxista querrá venir con ese susto que se llevó aquel señor.

—Puedes venir conmigo a mi campaña.

Ella lo miro a los ojos que parecían buenos y sinceros, a pesar de que la salvó de los osos no le terminaba de convencer esa actitud misteriosa de él.

—Desde el campamento pediré que me vengan a buscar. Gracias.

Caminó hacia los campistas anti navideños escuchando a Angelina.

Campamento anti Navidad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora