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Víctor se estresa con el paso del tiempo, como lo pudo olvidar, su mente tiene una sola tarea, funcionar y hoy en especial no lo hizo.

Con todo el día creando y ordenando ideas de su jefe, no recordó la fiesta de navidad que con tanta ilusión planificaron para asistir.

Ahora se encuentra a una hora de camino en carreta, ya que como "no asistente" de su jefe ambos salieron de último minuto a una reunión importante al otro lado de la cuidad. Si sale de allí en este momento puede llegar a las once, antes de que acabe todo, pero como ve las cosas lo posible es que llegue después de la una de la mañana.

Suspira con frustración, acaso todo lo malo le sucede a él. Mira por la ventana de la casa hacia la calle iluminada. Se pregunta que puede estar haciendo Félicie en ese momento. Su mente divaga hasta decidir la solución a su dilema.

Su vista recae en los hombres importantes de la habitación. Se acerca a su jefe con pocos miramientos, explicándole su situación. El hombre primero lo mira como un niño insolente, sin embargo, lo piensa y pasado unos minutos le dice que se puede retirar. Víctor agradecido lo abraza sin consentimiento, el mayor solo le da unas palmadas en la cabeza con una mirada seria.

Con entusiasmo sale del lugar, con rapidez busca a alguien que pueda llevarlo al centro de la ciudad. Divisa a un hombre cargando heno en una carreta, sin pensarlo demasiado se acerca a preguntar.

—Buenas noches, agradable señor—saluda intentando ser amable y ganarse la confianza de aquel hombre.

—¿Que quieres niño?—escupe el señor, mientras sigue llenando la carreta.

—Disculpe la molestia, pero me preguntaba si usted podía darme un aventón hasta el centro...—comenta agarrando algo de heno para ayudarlo.

—Deja eso, yo puedo solo—dice quintando le el heno al joven, para montarlo en la carreta—Mira niño, no tengo tiempo para tus tonterías...

—¿Y sí le pago?—pregunta mostrando dos monedas, que son parte de su paga mensual. El hombre parece interesado.

—Bueno, pero te dejo en la supuesta torre—dice tomando las monedas de la manos del muchacho.

—Es perfecto. Muchas gracias, señor—se sube a la carreta, alegre, ya en pocas horas vería a Félicie otra vez.

El trayecto es largo sobre todo cuando te la pasas en un silencio intenso. Víctor observa las casas apagadas, algunas juegan con su imaginación provocando que piense que están embrujadas, luego recuerda que es un chico de ciencia, más eso no significa que deje de ser un niño. Bosteza después de pasar tres calles, casi se queda dormido cuando pasan la cuarta calle, pero al instante se despierta porque recuerda a su amiga y debe estar pendiente de no desviarse del camino.

La siguiente parte del trayecto pudo sacarle plática a su acompañante, aunque al principio su actitud recelosa e introvertida impide que se exprese con naturalidad, pasado el tiempo hablando le cuenta  increíbles historias de su vida al más joven, hasta que llegan a su destino. Ahora le toca a Víctor empezar sus historias.

Escrito el 22/12/2020 07:03 a 08:18 pm.

Baile navideñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora