Capítulo 17: La academia Gordonstoun

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El viaje fue muy aburrido y duró horas, se sintió aún más largo por el silencio incómodo que reinó. 

Atraviesan un portal que está escondido en el bosque, Zack no entiende porque condujeron tanto si de todos modos iban a llegar con magia, a este punto puede ser que su padre lo haya hecho apropósito para molestarlos. Llegan a un gran valle soleado rodeado por muchos árboles y con una pequeña laguna, en el centro se encuentra un gran edificio antiguo muy grande de tres plantas con un aura muy aburrida y está rodeado por otras edificaciones. Todo el lugar es muy uniforme y nada especial, aunque si es más grande de lo que se imaginaban. Lo único bueno del lugar debe de ser la vista de las montañas y colinas escocesas que en estas épocas del año tienen nieve en la punta.

En la entrada de la escuela hay un estudiante que los está esperando, tiene una sonrisa falsa. El chico es tan hipócrita que a Zack no le interesa recordar su nombre. Se despiden de su padre y esperan no volverlo a ver en un rato.

—¿Quieren que muestre el lugar? —Pregunta el chico con falsa simpatía.

—No gracias, pero puedes mostrarnos donde está la dirección. —Responde Zack quien quiere terminar con esto rápido, prefiere arrancar la bandita de una vez.

El chico suelta un resoplido les da un panfleto y un mapa que los chicos ojean y los lleva de mala gana a la dirección para luego irse sin despedirse. El director les da la bienvenida, les habla de lo emocionado que está por tenerlos allí y antes que comenzara a contar las anécdotas que tiene con su padre en sus épocas de estudiantes los chicos le dicen que están muy agotados por el viaje y quieren descansar. El director entiende y les da sus horarios, la llave de la residencia y una advertencia.

—Aquí en la academia Gordonstoun tenemos una política de tolerancia cero respecto a fraternizar con humanos. —Diciendo lo último con mucho desagrado.

Los chicos entendieron cuando el chisme se esparció por su ciudad, pero nunca se imaginaron que llegaría hasta allí. Cuando salen de dirección fueron más observadores y se dieron cuenta que todos hablaban de lo mismo, todos los señalaban y miraban como si estuvieran enfermos. Al parecer el chisme se esparció por su nueva escuela muy rápido y no les sorprendería si ahora todo el mundo mágico este hablando de su relación. Eso solo hizo sentirse peor a Zack, le recuerdan constantemente de su error.

Los chicos se tienen que separar porque cada uno le asignaron una casa distinta. Zack está con los psíquicos y Alex con los físicos. Cuando entran a sus casas sus uniformes adopta unas franjas de colores y el corbatín cambia de color a negro y verde respectivamente. También están las otras casas que son: clarividentes, los sanadores, los telepáticos y los ordinarios que son los chicos con ninguna o demasiadas afinidades.

El compañero de Zack es Bruno, ese nombre si intentará aprenderlo. Él no es muy alto, es delgado de piel morena y cabello rizado. Él es un empático, lo que quiere decir que puede sentir las emociones de los demás. A causa de eso fue que nadie quiso ser su compañero, tiende a ser muy metiche y meloso. Además, que al ser bastante tímido e introvertido le cuesta hacer amigos.

—Ho hola... Tú debes ser Zack, yo soy Bruno. —dijo Bruno estirando su mano y un poco nervioso — Encantado de conocerte.

—Igualmente. —Responde Zack estrechando su mano.

—O por Dios cuanta aflicción ¿Qué te tiene tan triste? —Dice Bruno cuando toca su mano.

—¿Cómo lo sabes... —Zack es interrumpido por un abrazo de su nuevo compañero.

—Tranquilo todo estará bien. —Dice Bruno dándole caricias en la espalda.

—¿Qué haces? Suéltame. —intenta zafarse del abrazo —De hecho, se siente muy bien.

¿No te puedes juntar con humanos?(1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora