Durante las noches lluviosas, sin falta, Yoongi salía de su casa y se dirigía hacia una parada de autobús frente a un puente en específico, donde se quedaba de quieto, inmerso en sus pensamientos por largo rato. La mirada en él denotaba una profunda tristeza, como si estuviera cargando un peso inmenso en sus hombros, un sufrimiento latente que lo acompañaba en cada gota de agua que caía del cielo y humedecía la tierra. A pesar de ser una persona reservada y poco sociable, Jimin no podía resistir la necesidad de adentrarse en el misterio que envolvía a su vecino. Intrigado, y a pesar de su usual aversión a entablar comunicación con los demás, Jimin se vió impulsado a descubrir los secretos que se escondían tras esa nostalgica mirada.