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Park Jimin no era la definición de persona sociable, se consideraba más bien alguien sutil que se mantenía al margen del bullicio cotidiano. A pesar de vivir desde siempre en el mismo vecindario nunca se tomó el tiempo de saludar o entablar una conversación con sus vecinos, su aislamiento era casi una característica innata en él, sin embargo no se trataba de que Jimin temiera el contacto humano o se limitara socialmente, se trataba, más bien, de su naturaleza como observador. Las relaciones superficiales, los encuentros fugaces, no parecían ser parte de su interés. Si no fuera por su madre, él no habría prestado atención siquiera a los nombres de aquellos que compartían el mismo techo de su vecindario.

Era un alma sencilla, con una esencia pura pero densa como la niebla. Sus gustos eran simples, se refugiaba en la filosofía, una pasión heredada de su padre, un hombre sabio y reflexivo que sembró en su hijo la semilla del pensamiento.

Su vestimenta era un reflejo de su esencia sencilla y serena. No le gustaba complicarse la vida con atuendos ostentosos o caros, le bastaba con la comodidad y la practicidad. Todo lo que lucía se ajustaba a la perfección, como si estuviera tallado para él. Para su madre, Jimin era la definición de perfección, un hijo ejemplar en aspecto físico, pero una elusiva incógnita en su mundo interior.

Jamás se quejaba por nada, más bien, buscaba solucionar las cosas en silencio, como un susurro suave en medio de la tormenta. No le gustaba presumir, sino que se deleitaba en ayudar a los demás, a veces por un instinto puro y compasivo. Era un ser dulce y cuidadoso, siempre observador y solícito. Su soledad a menudo era observada con condescendencia por aquellos a su alrededor. En su niñez, las asistentes de las profesoras lo miraban con complicidad empática, tratando de brindarle compañía, y por esto hubo una vez que, al verlo solo, una asistente llamó a unos estudiantes más grandes para que le hicieran compañía. Siendo apenas un niño pequeño, entendió que eso era lástima, y se escapó de ellos, porque, más que entretenerlo, le estaban hostigando.

En las noches de lluvia, Jimin hallaba refugio y consuelo. Sus ojos se perdían en la danza de las gotas de agua, en el lamento del cielo y el palpitar de la tierra. La lluvia era su confidente, su confidente silente y leal. Odiaba el sol, su piel había sufrido las marcas de su furia inclemente. Cada contacto con el sol abrumador le llevaba al doloroso recuerdo estar adolorido en la cama por el contacto de las frazadas a razón de su piel que ardía por las quemaduras. La lluvia, en cambio, era su renacer, su ritual de purificación, y en los días de tormenta disfrutaba observando a la gente correr hacia sus casas, en una danza apresurada y hermosa, igual que las calles vacías respirando y mojándose, mientras él tomaba su café con el arrebato del creador frente a su obra.

Pero lo más extraño de todo comenzó a suceder cuando el vecino de la casa del frente salía en las noches de lluvia, cada una de ellas, y sin paraguas, solo cubierto por una gran chaqueta. Jimin no podía evitar observar cómo salía tranquilamente de su casa, caminaba lento por las calles y se perdía de su vista. Al principio, le pareció extraño, pero la regularidad con la que ocurrió la rutina del vecino noches tras noche lo hizo algo inusual. No fue solo la curiosidad, sino la fascinación el sentimiento que lo llevó al borde de seguirlo. No era el miedo de conversar con él lo que lo detenía, sino la incomodidad de entrometerse. No tenía idea de por qué salía cada noche de lluvia, y le pareció entrometido indagar.

Fue gracias a su madre que Jimin pudo obtener algo de información sobre su enigmático vecino. Su madre le contó que su nombre era Min Yoongi, y que al igual que Jimin, este hombre tampoco hablaba, salvo por unos breves saludos. Supo que por cuestiones laborales la madre de Yoongi se había ido a otra ciudad, dejando a su hijo solo. A pesar de la ausencia, seguía enviando dinero mensualmente para que él pudiera costear sus gastos mientras estudiaba. Jimin y Yoongi asistían a universidades distintas, algo que los alejaba aún más.

FALLING DOWN 跌倒 YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora