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La mañana del sábado se revelaba en todo su esplendor, tejiendo con delicadeza una alfombra de colores cálidos sobre las calles. Un suave viento acariciaba los rostros de los transeúntes, mientras la paz se instalaba en cada rincón de la ciudad. Los pequeños saltaban y reían, tomados de la mano de sus padres. Sus risas eran como notas musicales que llenaban el aire, contagiando alegría a todos los presentes. Eran la representación pura de la felicidad, desbordando entusiasmo en sus travesuras infantiles. Yoongi, desde la ventana, observaba con nostalgia ese despliegue de inocencia y vitalidad. Recordaba haber sido uno de ellos, aunque los detalles se habían difuminado en los recovecos olvidados de su memoria. Una ráfaga de melancolía lo invadió al darse cuenta de cómo el tiempo había avanzado sin pedir permiso. Ahora, como universitario, miraba con asombro cómo los momentos se sucedían sin pausa, dejando atrás las huellas de su paso efímero. La vida, con su mezcla de alegrías y penas, le parecía un misterio sin resolver.

Inhaló profundamente, sintiendo el aroma reconfortante del café que sostenía entre sus manos, y decidió cerrar las blancas cortinas de su ventana. No debía permitirse pensar en exceso, pues eso solo lo sumergía en una tristeza profunda. El silencio, su compañero constante, se volvía a su vez un recordatorio de la soledad que habitaba en su corazón. Sin embargo, había una voz que lograba romper esa barrera, una voz que le ofrecía consuelo y esperanza: la voz de su vecino.

Era sorprendente cómo a través de las palabras, las miradas y los sentimientos, las personas podían construir conexiones sólidas y profundas. En medio de las sombras que consumían su pasado, Yoongi temía volver a caer en la misma trampa, en volver a revivir los fantasmas que amenazaban con atormentarlo. Había experimentado un quiebre que había alterado el curso de su vida, dejando cicatrices imborrables en su alma. Aquella tragedia seguía agazapada en los rincones de su memoria, acechándolo constantemente. ¿Cómo podía liberarse de ese peso opresor que lo mantenía prisionero?

Se sentó en el sofá depositando la taza en la mesa de centro, tomó la libreta con la que podía desahogarse consigo mismo y motivarse por pocas horas para volver a caer en el recuerdo. Unos de sus poemas preferidos era de Elizabeth Bishop. La verdad es que nunca se ancló mucho al género lírico, pero aquel poema era especial, pues su hermano mayor le compró un libro cuando tenía 16, nunca lo leyó sino hasta el día donde todo cambió, no supo nunca por qué su hermano le había regalado aquel libro que le hizo pensar cosas extrañas y trágicas. Gracias a éste conoció el poema "un arte" una de las estrofas que más le marcó fue:


Incluso si al perderte a ti (esa voz risueña, ese gesto que amaba) no estaré mintiendo. Es evidente que el arte de perder no es difícil de dominar, aunque por momentos parezca desastroso.


Mientras lo leía, solo podía pensar en los recuerdos que ese regalo despertaba en él. Cómo ese libro llegó a sus manos, cómo prometió leerlo y nunca lo hizo hasta ese momento tan doloroso. Era doloroso recordar que su hermano, quien decidió dejar atrás la vida, le había dejado un libro tan triste. A veces, pensaba que con ese libro, su hermano le estaba pidiendo ayuda, pero él nunca se dio cuenta. La culpa lo invadía y lo estremecía por dentro. Tiró la libreta a un lado, preguntándose por qué era tan masoquista con su propia psique. Luego, tomó la taza de café, sintiendo el sabor amargo pero reconfortante de cada sorbo. Se dio cuenta de que tenía las manos frías, aunque el clima era cálido fuera de su hogar. No bebía café por frío, sino por su sabor, quizás era un adicto al café. Bufó, ¿por qué pensaba en el café ahora?

De repente, alguien golpeó su puerta. Sabía que solo podía ser una persona, puesto que nadie nunca lo visitaba, ni siquiera su madre. Pero, para su sorpresa, ahí estaba su vecino Jimin. Al principio, se sintió extraño de que alguien le hablara después de tantos años sin interacción social, pero escucharlo hablar fue un cambio inesperado en su percepción de las cosas. Le agradaba la presencia de Jimin de una manera que no podía entender.

FALLING DOWN 跌倒 YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora