Hace muchos años en una casa, donde nadie iba y casi pasaba nunca por delante, vivía un señor llamado Antonio. Era un caballero de unos ochenta años. Tenía el pelo grisáceo, muchas arrugas en la cara, con barba. No era muy alto pero tenía unos pies enormes. Vestía con una camisa de cuadros y unos pantalones muy gastados. Sorprendentemente tenía familia, una hija que se llamaba Julia, un hijo que se llamado Marcos y tenía cinco nietos. Pero a medida que los años pasaban fueron alejándose porque se dieron cuenta que dentro de la casa se escuchaban gritos en los momentos que iban a la vivienda Una vez que el señor murió su familia decidió vender la casa porque no la podían mantener. Lo que no se esperaban era lo que había dentro de la casa, ya que Antonio no le había dicho nada sobre eso.