No hace falta tocarse para brindar amor, Leo lo sabe perfectamente y no se aflige ante tal "estupidez", porque él la amaba, por sobre cada cosa que podía tocar, no le importaba porque él podía sentirla en el aire, podía apreciar su belleza aunque fuera intocable, solo le bastaba poder ver sus expresiones, sus gestos, su cabello, sus preciosos ojos azules y la lechosa piel que no podía dejar de observar ni en mil años, todo en ella era amor. Solo podía pensar en ella y en lo siguiente que haría para poder liberarla de aquel castigo al que fue sometida injustamente.