Cap 3

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III

-Y dime. ¿Quién es la chica con la que estabas conversando?- preguntó mirándome con una sonrisa. Sabía lo que significaba esa expresión, así que negué varias veces.

-no es lo que piensas mamá. Es solo una conocida. Me estaba contando algo del pueblo.- no quise contarle el fuerte dolor de cabeza acompañado con los mareos en medio del corredor, sabía que se preocuparía y querría hacerme algún chequeo.

-¿Algo del pueblo? ¿Como qué?

-fue algo extraño, me dijo que hace unos 29 años ocurrió algo sumamente malo.

Se quedó callada, esperando algo más que esa mínima respuesta.

-continua, ¿Qué clase de cosa sumamente mala?

-bueno, dice que desaparecieron 5 chicas y solo encontraron a 4 de ellas.

-al menos encontraron a la mayoría - me interrumpió-

-mamá, las encontraron muertas y a la otra ni siquiera la encontraron.

No oí palabra de ella, sabía que ese tipo de cosas siempre la sacaban de su lugar.

-¿no arrestaron al asesino?- la oí por fin.

-no- me limité a decir, no quería contarle el estado en el que estaban los cadáveres para no hacerla sentir más incómoda de lo que se notaba ya.

-pero bueno, ocurrió hace 29 años, no pasará de nuevo- traté de calmar un poco la situación.

Mi madre solía ser una persona temerosa, solía visitar con frecuencia el psicólogo debido a los casos que se le presentaban en el hospital. Sí era una buena doctora, pero el no entender el porqué de los comportamientos agresivos innecesarios de las personas la hacía sentir débil.

Eso fue otro punto a favor de mi padre, la convenció de que sería muy saludable para ella alejarse un tiempo de ese tipo de casos y experimentar algo más pasivo y manejable para su cerebro. A pesar del amor por su trabajo, le dió la razón a mi padre y terminamos en un maldito pueblo en donde no podían siquiera resolver un caso tan peligroso.

Ella no quiso hablar más en el transcurso a casa, y lo respeté, decidí no comentar nada más acerca del tema y permanecer mirando hacia fuera.
Y entonces la volví a ver. Era la misma chica, en la misma posición de cuando la ví por primera vez. Tan tranquila remojando sus pies en el lago, mirando hacia abajo.
¿Acaso venía todos los días? Andaba con el mismo vestido que el día anterior, ¿era una rarita o algo así?

Casi llegando a la casa decidí pedirle a mi madre que se detuviera. Por alguna extraña razón, quise conocerla, me sorprendí a mí mismo, era de esos impulsos que desconoces pero respetas y sientes que debes hacerlo o morirás. Bueno, así me hacen sentir a mí, no me llamen raro.

-¿Qué haces, a dónde vas?- me preguntó frunciendo el ceño.

-decidí que quiero explorar un poco cerca del lago- ya había salido del coche y le hablaba por la ventanilla.

-oh, me parece una buena idea que quieras familiarizarte con el entorno- se estiró y ella misma cerró la puerta- que te diviertas cariño.

UnderwaterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora