Los dioses muchas veces son crueles, demasiado a decir verdad, la Reina Alicent ahora lo entendía y tuvo que ser de la peor manera. El pasado que tanto se esforzó por ocultar salió a la luz por un descuidó, el hijo que ella repudio hace veinte años ahora estaba frente a ella, pero lo peor era otra cosa. Gaius Julius Caesar, observaba al príncipe Aegon con un interés y deseo, que a cualquiera la daría miedo y Alicent podía verlo. La Madre se apiadara de su alma por el pecado que cometió.
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